miércoles, 30 de enero de 2013

La historia del ratón

David Loyo Pérez
Me pide mi compañero Carlos que escriba sobre un trágico suceso acaecido hace algunos días en el instituto y que se refiere a la muerte de un ratoncillo.
No me pregunten por su biografía. Poco es lo que puedo aportar. Quizá algo de sus últimos momentos. No sé qué día ni qué año, aunque presupongo que no hace mucho, ese ratoncillo, ese Mus musculus, se instaló en una de las dependencias del centro para pasar allí unas confortables vacaciones. Desconocía el pobre ratón, sin embargo, la trampa que se le había tendido. Quizá estaba escrito desde la eternidad en el destino de nuestro minúsculo roedor, para su desventura, que terminaría cayendo fatalmente en ella. Y así fue.
Todo sucedió entre las 8.20 y las 9.15 de la mañana. Cuando me lo dijeron, me presté a ver la escena, y descubrí para mi sorpresa que, aunque las puertas del Cielo de los Animales -que estoy seguro que existe- habían empezado a abrirse ante sus negros y minúsculos ojos. Quizá no era demasiado tarde y el umbral definitivo no había sido traspasado... “Tal vez”, pensé, “exista un tal vez”. Sin considerar las escasas posibilidades, lo despegué de la pegajosa trampa y acudí, tan raudo como pude, en busca de ayuda.
Detallo a continuación cómo fueron mis últimos momentos con él: “Saqué a Gonzalo de clase y metimos al ratoncillo en un recipiente con agua caliente que nos ofreció Begoña. Después, empecé a removerlo en el sentido de las agujas del reloj y en el contrario, asegurándome de que su cabecilla permaneciese siempre fuera. A continuación, pa' potenciar el efecto lavado, añadimos al agua un poco de jabón de baño que buenamente pude obtener en el excusado, mientras continuaba removiendo ahí bien el asunto para eliminar el pegamento. Con ello el ratón pareció conseguir cierta movilidad, aunque el futuro, aun iluminado ahora con una tenue luz, se mostraba todavía muy negro. Sin embargo, nada se pudo hacer, pues acaeció entonces uno de esos tristes giros del destino: el timbre sonó y me tuve que marchar a clase.
Los sucesos posteriores son confusos, pues, pese a que dejé tácitas recomendaciones en cuanto al procedimiento que consideraba más oportuno seguir, creo que mis consejos no fueron bien escuchados. El ratón pasó del caldarium al tepidarium, y de éste al frigidarium. Alguien lo envolvió en una servilleta al estilo “momia” y trajo unas hierbas que le puso por encima, sin tener yo todavía muy claro con qué finalidad.”
El lamentable resultado fue el fallecimiento del ratón, que fue inhumado en una fosa de la que ninguna lápida marca el lugar. Ahora este pobre roedor forma parte del humus del suelo.
Conviene, llegados a este punto, recordarlo: Pulvis es et in pulverum reverteris (Génesis 3, 19).
Insignificante suceso, pensarán muchos. Y tal vez lo sea. Pero, ¿a caso crees que tu destino será muy diferente? ¿Qué el porvenir te depara algo distinto? ¿Y si él fuese tú y tú fueses él? Entonces, ¿qué?

lunes, 28 de enero de 2013

Desalojo educativo

Carlos Rodríguez Mayo
Desconozco de quien es la responsabilidad de establecer el plan de desalojo del instituto ni lo que se evalúa realmente en el ensayo anual. Lo único que sé es que cada año se reproduce la historia. Un ejercicio improvisado que nos conduce al patio entre el cachondeo mordaz de los alumnos. 
Es verdad que la seguridad es importante, y que eso exige una cierta planificación y una práctica. El problema es que esa práctica debería de estar regida por la racionalidad de un plan, cuyas características intento ahora reconstruir en función del ejercicio de este año.
Estas son mis deducciones: El desalojo se ha basado en la conducción de todos los alumnos hacia las puertas de las dos alas más externas, hacia dos puertas que están casi siempre cerradas y que han de ser abiertas por los bedeles tan rápido como sea posible. Deduzco que la eliminación de la salida por el ala tercera, la de la biblioteca, se basa en intentar evitar la fuente mayor de riesgo, que es la de la caldera de la calefacción, lo cual me parece lógico; sin embargo no entiendo muy bien las razones por las que la puerta principal, que es la entrada y la salida natural del instituto, lo mismo que la puerta al "jardín de Europa", han sido marginadas del ejercicio. Me dicen que la razón de esto último es que la puerta principal se reserva a los bomberos, pero yo creo que es muy difícil que el desalojo y los bomberos lleguen a coincidir. A mi parecer estas puertas podrían abrirse antes que las otras dos, porque están más cerca de los bedeles, que son los que tienen las llaves, y porque hay un mando a distancia que no existe en las dos puertas del ejercicio de este año. Integrando las dos puertas del hall central no sólo se haría más improbable el fracaso, sino que además se podría acelerar la salida, en el caso de que se condujese a los alumnos del segundo piso hacia éstas.  
En otro orden de cosas, el desalojo plantea cada año un problema más complejo, el de su contradicción con el problema generado por el cierre de las puertas. El cierre de todas puertas supone transformar al centro en una verdadera ratonera ante un posible accidente interior y supone entender que el riesgo está fuera, dado que el instituto se cierra para protegerse del exterior. Con el desalojo, de pronto, todo cambia. Como por arte de magia, el riesgo deja de estar fuera y está ahora dentro. Los alumnos se dejan conducir muy divertidos. Hacen chistes sabedores de que es sólo un simulacro y de que nuestra actuación es contradictoria. 
Ante este estado de cosas en el que todos, alumnos y profesores, nos dejamos dirigir sin saber hacia dónde ni por qué, no estaría de más el que alguien hiciera públicos, también, los presupuestos lógicos en los que se basa el plan y que en ese acto hubiese espacio para poner en cuestión su racionalidad. De este modo, se podría explicar la importancia del ejercicio y pedir la colaboración de todos. Si, además, el simulacro se anunciase de antemano, se podría preparar mejor la estrategia, se podría priorizar, y la lógica aplicada transformaría el desalojo en lo que debería de ser en todo caso: Un acto educativo más.

domingo, 13 de enero de 2013

El jardín de Europa

Carlos Rodríguez Mayo
Con una elegancia y un respeto enorme, Raquel Soto Escandón pedía en el artículo que escribió aquí, en “De puertas adentro”, en diciembre del 2010, que el espacio del llamado “Jardín de Europa” se reintegrase al uso de los alumnos del centro. Han pasado más de dos años desde entonces, pero parece que hoy se abre alguna esperanza de que la lógica de aquella petición acabe por imponerse.
La lógica democrática se quebró en los últimos años de la dirección de Daniel, cuando éste se empeñó en ser el más adelantado experimentador de los proyectos del gobierno socialista (bilingüismo, PROA, Comenius, etc.). Él fue el que imaginó esa extraña plantación de árboles (entre los cuales, creanmé, hay un roble americano), que en conjunción con un pedrusco y una placa alusiva, se transformó en el Jardín de Europa. Su mano no tembló cuando, tras una rimbombante inauguración (que permitió realizar, de paso, un pequeño ágape) se decidió cerrar el espacio al uso de los chicos, interponiendo dos vallas y una puerta que lo segregaba.
Desde entonces, atendiendo a razones discutibles, como la de la protección del crecimiento de los árboles o como la de la falta de profesores que se encargasen del control de esa zona en los recreos, “el jardín” se ha mantenido cerrado. Lo cierto es que, salvo Raquel y salvo el anónimo autor de la protesta que ese mismo año documentó Laura Cagigas en este blog (veasé la fotografía del 20 de abril de 2011) y el comentario posterior de Kevin Holanda, nadie se había quejado en público de ello, pero con todo y con eso resultaba enormemente contradictorio que se asumiese como zona de recreo la de los accesos asfaltados hacia el aparcamiento, con todos los riesgos de seguridad que conlleva la inevitable circulación de automóviles, y se prohibiese la presencia de los alumnos en este otro territorio.
Ahora, otras razones de seguridad aconsejan habilitar más puertas para el desalojo del edificio. Tal vez porque una de las puertas a habilitar conduce a este “Jardín de Europa” o tal vez por la sensibilidad que todo buen director tiene ante las demandas justificadas de sus alumnos, la dirección parece pensar hoy en reutilizar este espacio.
A mi parecer esta sería una muy buena decisión. Con ello se corregiría uno de los últimos residuos del autoritarismo de Daniel y se evitaría, en caso de incendio, que situaciones traumáticas del estilo de la reciente del Madrid-Arena se pudieran producir en el IES Ría del Carmen. 

lunes, 7 de enero de 2013

Felicidades

Andrés Alonsótegui Cotero