Durante los últimos ocho años, el partido socialista ha sometido a nuestro sistema educativo a la vergüenza de esa última semana de curso en el mes de Junio, que ya hemos comentado en este blog ("La última semana", en el 17 de Junio de 2010), en la que algunos alumnos suspendidos de la ESO recuperaban milagrosamente su materia, mientras se buscaba algo que hacer con el resto de sus compañeros. La habilidad, el prestigio y el buen hacer de los profesores permitía año tras año superar el escándalo y la contradicción de realizar esos exámenes extraordinarios en el mes de Junio, apenas una semana más tarde de la última evaluación ordinaria, y sin dar tiempo a cambiar los conocimientos o la actitud de sus destinatarios. Todo por el empeño del gobierno socialista de no ceder a la imposición de la ley heredada del gobierno anterior que establecía la obligación de realizar unos exámenes extraordinarios, pensados con toda lógica para el mes septiembre.
Con ésto, año tras año, las Consejerías de Educación de las autonomías gobernadas por el PSOE han asumido las críticas de la inmensa mayoría del profesorado (incluyendo casi siempre las de los propios profesores socialistas), las cuales, a pesar de ser repetidas en los claustros y memorias de final de curso, no han servido más que para adornar las papeleras de los edificios oficiales.
Con ésto, año tras año, las Consejerías de Educación de las autonomías gobernadas por el PSOE han asumido las críticas de la inmensa mayoría del profesorado (incluyendo casi siempre las de los propios profesores socialistas), las cuales, a pesar de ser repetidas en los claustros y memorias de final de curso, no han servido más que para adornar las papeleras de los edificios oficiales.
Viene a cuento recordar todo esto, porque con la nueva mayoría popular en el gobierno autónomo se habían reproducido las quejas y todos esperábamos la receptividad de un partido que había mantenido en las autonomías que gobernaba los exámenes y la evaluación extraordinaria de la ESO en el mes de septiembre.
Sin embargo resulta que, después del prolongado silencio del nuevo Consejero, los profesores se enteran de la existencia de una reunión de éste con los directores de los centros, el pasado 27 de septiembre, en donde éstos se permiten reflexionar y aconsejar la conveniencia de trasladar la evaluación extraordinaria de la ESO, junto a la de Bachillerato al ¡MES DE JULIO!
La mayor parte de los que mantuvimos la idea de que, si no se puede discutir la existencia de los exámenes extrordinarios, sería necesario situarlos en el mes de septiembre, lamentamos muchísimo no saber el nombre de los sabios artífices de tan interesante propuesta ni los argumentos esgrimidos al respecto. Esos directores que presumen en los claustros de que trasladan siempre la posición del profesorado a la autoridad, no sólo se han callado la petición casi unánime de sus compañeros, sino que, además, se permiten pensar por su cuenta y acordar lo que les viene en gana. Cada uno de los Claustros de estos directores debería pedir que abandonen sus altas responsabilidades para que todos ellos acaben por darse cuenta de que su trabajo es aplicar o ejecutar lo que se acuerda en los Consejos Escolares, Comisiones Pedagógicas y Claustros y no hacer propuestas "creativas". Porque vivimos en un sistema democrático y no autoritario, esos directores deberían dimitir.