Decir, como Esperanza
Aguirre, que la mayor parte de los madrileños trabaja más
de las 20 horas lectivas de los profesores, es como decir que los
profesores sólo trabajarían 20 horas, si se
consiguiera el objetivo fijado por su gobierno para reducir el nº
de interinos. Con estas declaraciones, la presidenta de la comunidad
madrileña se ha equivocado gravemente. Aunque ella ha
intentado corregir su error, la Consejera de Educación, Lucía Figar, y
cientos de tertulias han extendido la especie y la han justificado,
para acabar produciendo un ánimo revanchista
contra la vagancia del colectivo en el que profesionalmente estoy encuadrado. Al respecto hay que decir que los profesores trabajan
a tiempo completo, que tienen dedicación exclusiva,
es decir, la conciencia de que su ocupación son sus alumnos
para los que preparan clases, materiales, corrigen ejercicios,
evalúan, promueven planes y discuten en los órganos
didácticos, directivos o disciplinarios correspondientes, y
que, además, se forman leyendo libros y asistiendo a cursos, a
películas, a conciertos, investigando y estudiando para dar mejor servicio. Todo
eso supone mucho más de veinte de horas.
Sin embargo, me dirán
los que lean este artículo que en algo habría que recortar este
enorme déficit público que arrastramos, y yo tendría que aceptar la necesidad de gastar
menos, también en educación. Por eso, me permito
añadir, a modo de sugerencia, algunos otros ámbitos de
ahorro mucho más justos y quizás más efectivos.
Veamos cuáles son, por orden de importancia:
-La enseñanza
universitaria. Clama al cielo la existencia de tantas facultades en
tantas capitales de provincia, al tiempo que se multiplican las
universidades privadas. Los privilegios de sus
titulares son muy llamativos, mientras su prestigio intelectual y su independencia de criterio cae en picado. ¿Por qué no aumentar la ínfima productividad universitaria? ¿Sus profesores ya
no pueden trabajar los dos cuatrimestres? ¿No es un derroche evidente la Facultad de Ciencias, en la que hay más profesores que alumnos?
-Liberados sindicales. Su
número ha crecido mucho como resultado de las buenas
relaciones entre el PSOE y los sindicatos.
-En conexión con
este "buen rollo" que acabo de señalar, la Consejería de
Educación ha crecido en los últimos ocho años de
forma acelerada para atender a necesidades ficticias. Recolocar en el aula a estos desertores de la tiza sería una forma útil y justa de
ahorrar.
-Eliminar la reducción
de dos horas a los profesores que imparten asignaturas bilingües,
porque este “falso bilingüismo” ha manifiestado ya su
fracaso como herramienta para mejorar la calidad y porque discrimina
a los alumnos y enfrenta a los profesores.
-Reducir las horas aplicadas a la función directiva de los miembros de los equipos directivos, que no
deberían olvidarse de que su oficio diario es el de la tiza,
porque ellos deben ser siempre los primeros en dar ejemplo.
-Eliminar las horas de
reducción al profesorado de más de 55 años, de
las que me beneficio por el único mérito de mi avanzada edad.
-Reducir o
eliminar las horas de recreo, biblioteca, estudios dirigidos y demás horas lectivas sin carga didáctica real.
Todo ello antes que
aumentar en una, dos o tres horas semanales el horario de los profesores y justificarlo con el
falaz argumento de que “los profesores trabajan poco”. Eso no. Supondría hacer lo fácil: Repartir el coste de la crisis de forma injusta, haciendo pagar al grueso del profesorado por los privilegios conquistados por algunos a la sombra del poder. Criterios, hacen falta criterios jerarquizados y fomentar una ilusión que se esfuma ante la ceguera interesada de nuestros políticos.
Estoy, en general, de acuerdo con sus propuestas. Yo, por lo demás, también les reduciría los privilegios a los políticos, desde sus sueldos a sus compensaciones económicas, y limitaría los distintos cauces por los que percibe enormes ingresos toda esa banda de "intelectuales".
ResponderEliminar