Carlos Rodríguez Mayo
Cuando el pasado jueves le pedí los resultados de las votaciones de los distintos estamentos representados en el Consejo Escolar, el Señor Director se negó a entregarme las actas. Conociendo que mi objetivo era publicarlos en este blog, me dijo que no estaba convencido de que ésto fuera legal. Yo le dije que comprendía que hubiera cosas que merecieran el secreto o la discreción pero que no creía que éste fuera el caso, que acababa de publicar los resultados de las elecciones del sector de los profesores, que él mismo había mandado colgar en el tablón de la sala y que lo hice convencido de que los datos eran públicos, primero porque nuestra constitución protege la libertad de expresión y segundo porque conozco que su límite es el derecho al honor de las personas, lo que en este caso no se encuentra en absoluto amenazado. Además, ante el argumento de que una cosa es internet y otra el tablón de anuncios, le dije que creía haber visto en más de una página web de instituto los nombres de los componentes de su Consejo Escolar, al igual que el de los miembros de los Claustros de profesores, de manera que no tenía sentido someter a restricciones el uso de los datos solicitados y menos en un blog como éste, con un número de entradas limitado y concentrado en el medio local.
Mi intención, en realidad, iba aún más allá de publicar los datos. Además pretendía realizar una valoración que resaltara la división interna de un Claustro, el nuestro, que cuenta con ella como uno de los rasgos de su dinámica normal en los últimos años. Pretendía contrastar los resultados de la candidata de los PAS (el 100% de los votos emitidos) con los del Claustro de profesores, en donde la votación máxima es de justo la mitad del censo electoral (27 de 55), y de poco más de la mitad de los votos emitidos (25 de 51) en todos los candidatos elegidos. Pero también quería decir que la oposición, uniformada de verde, no había presentado a ningún candidato esta vez (lo cual es también preocupante) y que, por eso, no estaba contento con los resultados.
Sin embargo, lo sucedido ha hecho que las ideas del párrafo anterior hayan perdido toda importancia para mi. La actitud del director y la inhibición de mis compañeros me deja tristemente en la estacada. Es por eso que ahora os demando respuestas... ¿Merece la pena contar qué es lo que pasa o es mejor dejar que el que manda diga todo lo que quiera en nuestro nombre? Quisiera saber si es un valor la transparencia, si se puede escribir lo que se piensa sin insultar, con moderación y responsabilidad y con el apoyo de nuestro nombre y apellidos, después de reflexionar en las implicaciones de lo que se dice, o si es mejor cotillear en algún bar o invadir internet de comentarios despreciativos y anónimos, ¿quisiera saber qué tipo de democracia queremos y qué estamos dispuestos a hacer para conseguirlo? ¿Merece la pena publicar aquí las actas con los resultados de las votaciones de las APAS, de los alumnos y los PAS?
Como ya se dijo en su primer artículo, los objetivos de este blog van más allá de enseñar a escribir a los alumnos. Con él se pretende prestar, además, un servicio importante a la democracia real del instituto. Si algo he aprendido en este tiempo es que la democracia se conquista o se pierde con lo que decidimos hacer todos los días. Contestadme, por favor, para ver si este edificio se mantiene.
Como ya se dijo en su primer artículo, los objetivos de este blog van más allá de enseñar a escribir a los alumnos. Con él se pretende prestar, además, un servicio importante a la democracia real del instituto. Si algo he aprendido en este tiempo es que la democracia se conquista o se pierde con lo que decidimos hacer todos los días. Contestadme, por favor, para ver si este edificio se mantiene.
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