Carlos Rodríguez Mayo
Ya se ha acabado la última semana, la semana que media entre la tercera evaluación y las pruebas extraordinarias. Es la semana que resume todo un trimestre veraniego, porque resulta de la transformación de los antiguos exámenes de septiembre en las pruebas extraordinarias de junio.
Esta semana la inventaron los políticos del PSOE para no someterse a los dictados de la LOCE del PP. Sus partidarios tuvieron que defender la idea de que un alumno podía recuperar en siete días el aprendizaje que no había adquirido durante el resto del curso y expresaron su progresismo señalando que, de este modo, las familias pobres no tendrían que malgastar sus ahorros en capitalistas academias o en clases particulares. En esta semana corta, cada vez hay menos alumnos en las aulas, aunque la asistencia siga siendo obligatoria. En esta semana tonta, se hace la vista gorda sobre las faltas. En esta última semana ha llovido como nunca y ha subido la marea tan arriba que ha inundado la mitad del patio.
La larga experiencia de un mal no lo hace más soportable, pero uno se acostumbra a padecerlo... Y así se acaba el curso, un año más.
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