Carlos Rodríguez Mayo
Ayer el Ministro de Educación sacó a pasear el asunto de "Educación para la ciudadanía" y su sustitución por una nueva asignatura sobre la "Constitución española". Un asunto muy mediático, que apenas se vive como problema entre profesores y alumnos, aunque sí que merece este pequeño comentario.
A mi parecer el asunto incluye un problema falso. El del adoctrinamiento. Adoctrinar no es malo en sí mismo, si la doctrina es racional y tiene un consenso muy amplio y no hay manipulación. Lo que se puede condenar es el adoctrinamiento de una idea no común, no asumida por la inmensa mayoría como norma de conducta, porque la ley es, o debería ser, el fruto de un consenso social. En España, adoctrinó la Iglesia Católica, durante siglos, y el régimen de Franco con su Formacion del Espíritu Nacional, en los treinta tristes años de fascismo. Las clases de ética se inventaron como contrapeso necesario al adoctrinamiento de la religión, impuesta por el Concordato. En la pasada legislatura, la izquierda planteó su estrategia de la manera más cara y menos formativa. En vez de enfrentarse con la Iglesia, sacando a la religión de los centros públicos y promoviendo su enseñanza en las iglesias, prefirió mantenerla y agregar más moralina con otra asignatura: “la ciudadanía”, que restaba aún más tiempo a las asignaturas de siempre. Pronto se quejaron los adoctrinadores eclesiásticos. “El estado no tiene derecho”, dijeron. A mí, la verdad, el que lo tenga o no lo tenga (creo como el Tribunal Supremo que sí que lo tiene) me importa poco. Tampoco me importa nada si se adoctrina o no, porque sé que la escuela adoctrina poco y mal y que, además, si lo hace, “la libertad de cátedra” y “el ideario de los centros” lo protegen. Sin embargo sí que me importa recordar que todas estas doctrinas están ya en asignaturas como la mía, la Geografía y la Historia, o en las del departamento de Filosofía y de Lengua y Literatura. Pienso que en nuestras asignaturas las distintas doctrinas se explican en su contexto, lo cual es elemental para entender su cabal significado y para evitar en la mayor medida posible la manipulación del adoctrinamiento. También creo que los profesores suelen elegir las doctrinas democráticas en las que el consenso social y la razón coinciden para favorecer la paz y evitar un enfrentamiento que resulta enormemente inconveniente en un país en crisis con más de cinco millones de parados. En este sentido yo hubiera preferido que se aumentase el horario de mis asignaturas de historia, para hablar de la Constitución, que no el que se creara una nueva asignatura, llamada Constitución... Doctores tiene la iglesia...
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