El anonimato es el comportamiento de los que tiran la piedra y luego esconden la mano. En
algunas ocasiones el anonimato se adopta porque se sabe que la acción
es delictiva, en otras porque no se quiere asumir la responsabilidad de lo que se hace.
Viene esto a cuento por la "ocurrencia jocosa" de añadir los nombres de unos
políticos significativos en la derecha de
este país, en la lista de los que se sumaban a una comida a la que se invitaba a todos los profesores.
Yo, que me había comprometido a
asistir, me he sentido concernido por las consecuencias que
se deducen de la acción del anónimo comunicante y
quiero ejercer mi derecho a la queja por la bajeza moral que supone
semejante comportamiento. Me importa poco saber quién
ha sido, pero quiero que sepa su autor que los que
hemos acudido a la comida no nos sentimos vinculados por sus groseras
apreciaciones. Que sepa también que su actitud es irrespetuosa y antidemocrática, porque democracia es
sobre todo responsabilidad, y que, aunque me gustaría saber
qué extraños motivos pueden mover a un persona formada,
a un profesor de instituto, a protagonizar un papelón tan inconveniente, prefiero que no vuelva a dirigirme la palabra. Aire...
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