En la tarde de ayer fui propuesto por el Consejo Escolar para la función de “impulsar medidas educativas para la igualdad de género” del instituto, y yo lo asumí, aunque partiendo de una perspectiva ideológica diferente a la de los que crean y promocionan dichos cargos, y es que, como señalé en el contexto de la reunión y espero que conste en acta, yo me opongo a toda discriminación, (ya sea ésta positiva o negativa), por estimar que así se rompe la base de la democracia: “el principio de igualdad ante la ley”.
Frente a mi pensamiento, circulan las ideas de la mayor parte de los grupos feministas de izquierdas, partidarios de la llamada discriminación positiva, que no paran de influir para establecer privilegios legales para la mujer y para que se gasten cantidades ingentes de dinero en el desarrollo de un esquema burocrático no desmontable que dote de estabilidad y permanencia a sus planteamientos. Producto de ello es el funcionamiento de múltiples órganos políticos “femeninos” que, bajo la bandera de la “igualdad”, hacen a veces más fácil el acceso de la mujer al mundo empresarial o laboral, convocan concursos limitados a su sexo y favorecen a las madres frente a los padres en las situaciones de conflicto, mientras manchan el idioma con esos insufribles chico/a, alumno/a, políticamente correctos.
Nada semejante haré yo en el ámbito del instituto, a pesar de que aquí hay tantos problemas como en la calle. Y es que, si fuera del centro la mujer sufre muy diversos y graves tipos de discriminación (no en la ley, por supuesto, salvo en el caso de la sucesión del Jefe del Estado), en el instituto son los chicos los que cargan con la peor parte. En efecto, los varones suspenden casi siempre más que las mujeres, especialmente en las asignaturas que tienen que ver con la competencia lingüística. La razón, a mi modo de ver, es natural. Los dos sexos somos física y mentalmente diferentes, y los cambios de la adolescencia son más tardíos en los varones y más precoces en las chicas… ¿Justifica acaso esto una discriminación positiva, como la que pregonan como un bien las feministas? ¿Habría que establecer paridades semejantes a las ya establecidas con diputados, consejos de administración y ministros, entre los alumnos y alumnas? Yo creo que no, porque nada justifica la discriminación.
Sin embargo, si la discriminación entre sexos es legítima, yo no veo por qué ésta deba establecerse solamente en un sentido.
Sin embargo, si la discriminación entre sexos es legítima, yo no veo por qué ésta deba establecerse solamente en un sentido.
Más de acuerdo con usted no puedo estar. Para los sexos no tiene que haber discriminación, ni positiva ni negativa, sino igualdad.
ResponderEliminarY lo que tiene uno que oír en los medios de comunicación: lo de subvencionar gubernamentalmente los estudios sobre el clítoris fue ya la repera.
Pero ¿dónde vamos a llegar?
¡Es de chiste!