Elena Fernández Marcos
Después de todo el curso sin apenas descansar, ha llegado el merecido puente que todos necesitábamos para darnos un respiro. Por estas fechas habitualmente yo solía ir al pueblo a ver a toda mi familia, pero este año ha cambiado. Después de la continua insistencia de mi hermana en que la fuese a visitar a Madrid, por fin he ido. Lleva dos años estudiando allí y es la primera vez que visito su residencia, conozco a sus amigos y veo cual es la vida de un universitario, que es sin ninguna duda envidiable. La verdad es que me arrepiento de no haber ido antes, ya que me lo he pasado genial, aunque mi hermana no se lo crea del todo. Hemos tenido tiempo para todo, dimos una vuelta, salimos por la noche y estuvimos estudiando las dos juntitas, como hacíamos cuando éramos unas niñas. Pero lo mejor de todo han sido las historias.
Cada persona que iba conociendo me contaba una anécdota distinta y siempre muy divertida. Me contaban lo bien que se lo pasan con las novatadas (incluso a más de uno le gustaría repetir), las aventuras que ocurren en las residencias y muchas otras cosas; pero en lo que han coincidido casi todos es en que lo pasaron mal en 2º de bachiller y en que todo el esfuerzo al final había merecido la pena con lo que les ha esperado después. Y yo he agradecido todos estos comentarios porque me han animado muchísimo
A la vuelta de este puente en Madrid, he sentido pena, por tener que marcharme de allí, pero también satisfacción, porque me he recargado de energía positiva. Lo que más necesitaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario