martes, 21 de junio de 2011

El derroche

Carlos Rodríguez Mayo
Tarda en llegar información sobre los cambios en la Consejería de Educación. Las informaciones acerca de la llegada de un nuevo gestor, procedente de la Universidad y de la Rioja, no hablan de que en el Partido Popular las cosas de la educación estén muy claras. En otro sentido, sin embargo, sí se puede hacer un diagnóstico sobre los graves problemas que deja la gestión del gobierno socialista. El principal es común en la España de principios de siglo: el derroche. Un derroche que para mi se simboliza en los “Planes” que invadieron en los años pasados nuestros centros. Después de una pequeña campaña de propaganda, te daban unos papeles, hacías un claustro en un recreo y entrabas al Global Classroums o a los planes bilingües, de igualdad, de convivencia, de interculturalidad, de sostenibilidad, de evaluación de centros, de animación a la lectura, de apertura del centro al entorno, de medios informáticos (TICS), de refuerzo, orientación y apoyo (PROA), de atención hospitalaria, etc... Planes que giraban en torno a principios positivos y por lo tanto indiscutibles, pero que conllevaban, sin embargo, el regalo del aumento del gasto. Dicho esto hay que aclarar que su beneficiario no ha sido, en general, el personal de los centros. Salvo las dos horas de reducción a los profesores bilingües, y las tres horas a los mayores de 55 años, no han llegado otras prerrogativas o privilegios al grueso del profesorado. Según un rumor muy extendido, del que cada cual conoce algún caso, el aumento del gasto se ha concentrado en el engorde de la cifra del personal de la Consejería (en la que es un secreto a voces que el sindicato CCOO colocó a muchos peones) y en el aumento del número de asesores y liberados sindicales. Desconozco la dimensión del dispendio, pero llega ahora el momento de ahorrar. Aunque la transcendencia de los planes es muy diversa, su eficacia no ha sido evaluada seriamente, porque lo que se buscaba y se busca con ellos es un efecto propagandístico, ganar votos, y su eficacia tiende a cero. Esperamos que el necesario régimen de adelgazamiento no se haga a costa del servicio educativo (reducción del número de asignaturas optativas, por ejemplo) y sí con el retorno de tantos y tantos desertores de la tiza al lugar del que partieron, especialmente si se trata de los promotores de estos planes. No queremos que nos salven con cursillos propagandísticos ni con puntos para sexenios. Hay demasiados inspectores, asesores y liberados diversos para las necesidades reales del servicio. Demasiados jefes para la dimensión de la tropa. Que vuelvan.  

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