Ana Virginia Quevedo
Cuando llegué, hace cuatro años a este instituto me quedé alucinada por la suciedad de los baños y las aulas.
Me habían hablado muy bien de él, a pesar de que yo no quería ir a un instituto, pero tuve que hacerlo debido a que vinimos a vivir cerca de aquí.
En aquel tiempo, la limpieza en los baños y en las aulas era muy deficiente o al menos yo lo recuerdo así. Con esto no quiero decir que las personas que limpiaban en los baños lo hicieran mal o no lo hicieran, y sí que los usuarios del centro, la gente, no sabía respetar y valorar los espacios públicos. En efecto, en los baños olía fatal y nunca había papel, y en las aulas siempre había por el suelo papeles y envoltorios de comida, las mesas estaban llenas de borratajos, etc. En resumen, un desastre.
Ya el año pasado, la cosa empezó a mejorar y podría decirse que éste curso el problema casi ha desaparecido, gracias al trabajo de limpiadoras y al mayor cuidado de los alumnos. Digo esto, a pesar de que soy consciente de que discrepo de la opinión que expresaba mi compañero Diego Bolado en un artículo anterior en el que se quejaba de las colillas en los baños, y es que, finalmente, a pesar de los negativos efectos del tabaco, hay que reconocer que en los baños hay papel y que las aulas suelen estar limpias.
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