Carlos Rodríguez Mayo
La historia que nos cuenta Ana en el artículo anterior es verdaderamente interesante. Descubrir que la dirección toma la decisión de cerrar los baños para castigar a unos alumnos que roban bisagras de las puertas, resulta tan alucinante que uno se queda pensando y se pregunta si alguien no ha enloquecido gravemente. El sentido común nos dice que los baños están para ser usados, que nunca se puede castigar a un colectivo con la privación de un servicio básico y que si hay problemas de disciplina con unos alumnos que hacen perrerías en los baños, hay que castigar duramente a esos alumnos y no a los inocentes. Sin embargo, según parece, tenemos los baños cerrados por la autoridad hasta vacaciones. En cualquier país democrático, el estamento afectado, es decir los alumnos, se habría organizado. Algún alumno habría pedido a sus representantes que fueran a hablar con la dirección y estos habrían conseguido cambiar la situación en un momento. Aquí, sin embargo, los representantes de los alumnos o no se han enterado o no han querido enterarse. Sus representados podrían preguntarles por las gestiones realizadas para resolver el problema. Ellos fueron elegidos para cosas como ésta. ¿Dónde están? No lo sabemos. Esto es lo que pasa cuando dejamos la democracia en manos de los otros: Un desastre.
Si han hecho todo esto es para que nos quejemos todos y acabe saliendo el culpable de lo de las puertas. Que lo hagan una vez vale, pero lo hacen siempre. No saben buscar una solución.
ResponderEliminar