Carlos Rodríguez Mayo
El principio básico del rigor en el pensamiento es la duda, la interrogación sistemática (metódica decía Descartes) ante nuestras opiniones y creencias. Confundir el funcionamiento de la realidad con nuestras teorías es propio de los dogmáticos que ven como evidentes sus propios pensamientos y se niegan a aceptar que puedan existir otras teorías, otros razonamientos, otros argumentos. La razón, en dialéctica, es la síntesis de los contrarios. La democracia procede del liberalismo progresista del siglo XVIII, el siglo de la razón y de las luces. Por eso, transformar la democracia en un diálogo de besugos en el que uno y otro lado mantienen sus puntos de vista, como principios ideológicos puros, sin confrontarlos, supone ofender a los principios del propio sistema.
Cada día mis alumnos y yo discutimos nuestros propios principios, porque la realidad es terca y siempre acaba por poner de manifiesto nuestras contradicciones. Cada día resulta más difícil hacer ver a los alumnos que sus ideas o sus prejuicios no coinciden siempre con los datos de la realidad, que la realidad no suele ser como la imaginamos. Cuando eso sucede, les digo, el principio racional de la duda ha de prevalecer frente a las convicciones arraigadas. De este principio tan racional y tan democrático, también pretendo convencer a nuestro Director. Él ha hecho un informe a la inspección acerca de los malos resultados de la prueba diagnóstico y no ha considerado necesario hacerlo público en ninguno de los órganos colegiados del centro (Claustro, CCP y Consejo Escolar). Él no ha contemplado ninguna de las vías de interpretación de los malos resultados de la prueba que yo he ofrecido en este blog y en cada uno de estos órganos del centro en donde participo. Él zanja siempre mis intervenciones con el único argumento de que no está de acuerdo y que no quiere discutir. De su actitud y de las estrategias que propone para resolver los problemas, se deriva la idea de que los malos resultados provienen de los malos profesores del primer ciclo de Matemáticas, Lengua e Inglés, y de su insuficiente vinculación con el nuevo paradigma de las competencias. Él y la administración, como casi siempre, intentan cargar sobre las espaldas del profesorado los malos resultados.
Sin embargo, eso no es así, o por lo menos no lo es de forma única y exclusiva. Se pone en duda la profesionalidad de las personas de una forma excesivamente fácil e injusta. Para mi, la responsabilidad es también y sobre todo de la Dirección y de la Consejería, y estoy dispuesto a discutirlo siempre que se me de el lugar, el tiempo y los datos necesarios. El Señor Director critica mis argumentos por ser tan sólo míos, y yo le digo que represento (espero que dignamente) al Departamento de Geografía e Historia, cuando hablo ante la Comisión Pedagógica, y a los compañeros que me votaron, cuando hablo en el Consejo Escolar, pero además debo decirle que la razón de mis argumentos no depende de la importancia de mis apoyos, sino de que describan o reflejen la realidad de lo que pasa, la verdad de lo que está pasando. Para eso está la prueba diagnóstico. Yo he intentado justificar sus resultados y sigo intentándolo, mientras el director echa tierra sobre todos mis intentos. Él dice que mis argumentos son legítimos, pero yo desearía que, además, se pudiera decir de ellos que son lógicos y que persiguen entender lo sucedido. Sin embargo, se les acusa de ser interesados. Partir de la descalificación del otro es lo propio de quien no quiere acordar nada, de quien desprecia al adversario, de quien se piensa investido del aura de la verdad y no acepta ningún punto de vista que no sea el suyo. Ante la falta de racionalidad dialéctica, ante el autoritarismo sectario que impide el debate, ante el escaso apoyo que la mayor parte de los profesores manifiestan por mis puntos de vista, yo seguiré defendiendo mi verdad, pero no con dogmatismo, sino con argumentos. Mi opinión al respecto de los malos resultados de la prueba diagnóstico está suficiente desarrollada en este blog (consúltese la etiqueta bilingüismo). No he oído ninguna razón que explique o justifique el por qué la dirección carga a los profesores con toda la responsabilidad de lo sucedido.¿Qué más puedo decir?
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