Carlos Rodríguez Mayo
Comentaba hoy con Agustín que algunos compañeros del claustro manifiestan cierto miedo a hablar y a escribir en este blog. Hablar es comprometerse, intentar influir en el pensamiento y en la actuación de la gente, hablar es dejar retazos de ideas propias o ajenas y permitir que los demás usen o manipulen lo que dices y dejar el flanco abierto de las propias contradicciones. Tal vez por eso, dicen, sea mejor callar y quedar oculto en la corriente, aprovechar el impulso de los otros y no enseñar nunca el rostro.
Comentaba hoy con Agustín que algunos compañeros del claustro manifiestan cierto miedo a hablar y a escribir en este blog. Hablar es comprometerse, intentar influir en el pensamiento y en la actuación de la gente, hablar es dejar retazos de ideas propias o ajenas y permitir que los demás usen o manipulen lo que dices y dejar el flanco abierto de las propias contradicciones. Tal vez por eso, dicen, sea mejor callar y quedar oculto en la corriente, aprovechar el impulso de los otros y no enseñar nunca el rostro.
Mi madre era también de esa opinión. Ella me decía que no me metiera en líos, que mi abuelo había tenido que exiliarse durante la guerra civil y que no quería que yo pasase por algo semejante. A pesar de ello, yo tomé la palabra siempre que tuve algo que decir en las asambleas y participé en alguna pequeña medida en el fin de la historia del franquismo.
Por entonces, el Catedrático de Geografía, a quien acusábamos los alumnos de medrar entre los falangistas y de haber jurado los principios del “Movimiento Nacional”, siempre nos repetía: “Vosotros sois los verdaderos franquistas” y nosotros nos reíamos de sus argumentos... Hoy, cuarenta años después, tengo que darle la razón en parte, y es que, a mi modo de ver, el sistema democrático no ha calado suficientemente entre nosotros.
En efecto, nuestra sociedad sigue actuando en muchos ámbitos como en una dictadura. Hoy parece que política es tan sólo lo que hacen los políticos, y eso no es así, porque política es decir lo que es correcto e incorrecto, lo que funciona y no funciona, y señalar qué retoques, a nuestro modo de ver, son necesarios a las obras de los hombres. En una verdadera democracia, el pueblo habla, y no sólo a través del voto y las encuestas o a través de los sindicatos y de las huelgas, sino también a través de los periódicos o a través de este modesto blog en internet. En una verdadera democracia, el pueblo busca la verdad y no la manipulación de los medios. En una verdadera democracia, los profesores, aquellos que hemos sido investidos de una autoridad para enseñar, deberíamos demostrar que somos responsablemente democráticos, hablando de lo que sabemos e impulsando la expresión crítica de nuestros alumnos. Aunque siempre con prudencia y reflexión, estamos obligados a hablar. Para eso está la libertad.
Bueno, yo lo entiendo. Es que usted mete a veces mucha tiza en el blog y hay gente a la que eso no le va.
ResponderEliminarLo que en cualquier caso creo que nadie le podrá negar es que está involucrado en sus causas y que tiene un blog actualizado, inteligente y muy cuidado.