- ¡¡FUEGO!! Ja, ja, ja, tio, ¡hoy nos perdemos las mates!
Eso es lo que se escucha cuando suena la campana de los simulacros de incendios. Los niños gritan buscando a su amigo del alma, y cuando le encuentran, adelantan al resto de los alumnos, que intenta bajar la escalera. Ellos corren alegres, contentos de perder clase, pero no se dan cuenta de que actuar así es un error. Saben que cuando suena la alarma de incendios hay que bajar, pegados a la pared, dejando el lado de la barandilla libre, por si alguien tuviese que subir corriendo; saben que no se puede correr y menos aún apartando al resto a empujones, pero lo hacen. Y lo hacen porque para ellos es un juego, una forma de perder clase a lo tonto.
No quiero pensar en el día que tengamos un incendio de verdad lo que podría ocurrir: Niños saliendo amontonados por los pasillos; profesores que salen los primeros en lugar de los últimos y que pueden dejar a algún niño en clase. Olvidos, tal vez, como dejar abiertas las ventanas de clase o de los baños, con lo que das al fuego el oxígeno que necesita para extenderse. Luego llegarían las lamentaciones.
Esto es una llamada de atención a todos aquellos que no respetan las normas de seguridad. Por favor, y por la seguridad de todos, hacer las cosas bien en 5 minutos puede salvar vidas.
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