Estoy en la biblioteca preparando los exámenes finales. ¡Vaya estrés que tenemos todos!, y es que 2º de Bachiller es el curso más duro de los que he tenido, obviamente porque se exige más, aunque intuyo que en la carrera será aún peor... buff...
Espero pasar la selectividad, entrar en la universidad y dejar atrás esta época de mi vida que, al menos en mi caso, ha tenido muchos altibajos. Pero si hay algo que no pienso dejar atrás, de lo que no quiero olvidarme, esos son mis recuerdos; unos mas alegres, otros menos, pero todo me sirvió para evolucionar y convertirme en lo que soy. Espero no parar de evolucionar nunca.
Me acuerdo del primer día de clase en 1º de ESO, todo era nuevo, las clases eran muchas y con muchos números y los pasillos muy largos. Menos mal que por entonces casi nunca nos movíamos de la misma clase en toda la mañana. Me tocó adaptarme, me costó el cambio por todas esas normas y reglas que hay que cumplir, pero se aguantó bien. En segundo curso repetí porque hice el vago todo el año y quise ponerme al día al final y, lógicamente, eso es imposible. Pero todo sirve para madurar en esta vida, y al curso siguiente fui de las mejores de la clase.
Todos los cursos nos cuestan, pero lo hacemos para llegar a un fin, a nuestra meta. La meta es eso que hace que valgan la pena todas las horas de sueño perdidas y todos los fines de semana estudiando en casa. Pues bien ahora sé que ha merecido la pena y que en el futuro intentaré ser tan buena profesora como algunos de los que me han enseñado. Hay profesores buenos y malos, como en todas partes, pero algunos, los menos, son los que de verdad nos ayudan y nos hacen reflexionar y pensar por nosotros mismos. Porque si hay algo que tengo muy claro es que el ser profesor no implica tener muchísimos conocimientos, sino sobre todo, saber transmitir lo que se sabe a tus alumnos. Una vez alguien muy sabio dijo " Saber es pensar es decir " o sea, el que no sabe explicar es como si no supiera pensar y eso debería ser la premisa indispensable para ser buen docente.
Y a los que quedáis aquí deciros que lo aprovechéis, que jamás tiréis la toalla. El mundo al que os vais a enfrentar cuando salgáis fuera no tiene nada que ver con el instituto. Ese mundo es cruel e injusto a veces y para que eso os haga el menor daño posible un consejo: Aprended, sentios dueños de vuestra propia vida, capaces de elegir y de pensar por vosotros mismos y cuando hagáis algo que sea porque realmente lo queréis así y no porque nadie os lo imponga, seguid vuestros principios. A mi modo de ver los conocimientos quedan a un lado si tenéis esto.
Y ya para terminar, doy las gracias, como no, a toda esa gente que año tras año me va aportando algo nuevo. Gracias a los alumnos y amigos por estar ahí siempre, a otros simplemente compañeros de clase, a profesores por enseñarme a superarme, empleados del instituto por saludarme todas las mañanas que llego tarde con esa sonrisa y no ponerme retraso. En fin, gracias a todos por haber hecho que estudiar ahí sea una tarea menos pesada. ¡Hasta la vista!.
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