Carlos Rodríguez Mayo
Me cuentan que algunos alumnos que han disfrutado del intercambio en Irlanda y Holanda se han movilizado para pedir que el Instituto se haga cargo del incremento en el precio del viaje, producido por la imposibilidad de utilizar el vuelo contratado, a causa de la erupción del volcán islandés. El argumento es el de que no se avisó a las familias y que no fueron ellas las que tomaron la decisión. Se me ocurren algunas preguntas al respecto:
-¿Por qué la comunicación era necesaria? ¿Acaso alguien piensa que había elección real? Imagínense que se consulta y que uno de los padres o tutores dice lo que ahora están diciendo algunos, es decir, “NO, yo no pago el pasaje de vuelta”. ¿Habría que haber dejado a ese alumno en Irlanda o en Holanda? ¿Sólo o con algún profesor? ¿Cuánto tiempo? ¿Quién habría cubierto su alojamiento y manutención? ¿Quién habría desempeñado sus obligaciones en España, mientras tanto? ¿No estaba claro que había que asumir el mejor y más rápido viaje de vuelta posible en aquellas condiciones? Creo que estos asuntos no se resuelven democráticamente, que estos asuntos los resuelve una autoridad, el profesor encargado de la organización por el centro, que luego comunica su decisión, más o menos acertada, y por lo tanto susceptible de ser criticada. Ahora bien, la crítica legítima se hace con argumentos (que desconozco), no con la negativa a pagar ese pasaje que cada uno de los turistas del intercambio ha disfrutado individualmente sin haber tenido que ir a gestionarlo o a pagarlo, porque alguien lo ha pensado y ha decidido en nombre de todos y por el bien de todos.
Yo digo: “De bien nacidos es ser agradecidos” y que “cada palo aguante su vela”.
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