domingo, 15 de mayo de 2011

Al final de nuestro último curso

Cristina Romillo Barquín
El otro día, mientras pensaba sobre qué hacer el último artículo, me vinieron a la cabeza, como si estuviera en un cine, las caras de todos los compañeros que he tenido a lo largo de mi estancia en el instituto. Muchas de esas caras están casi borradas y tienen forma de niños, pues no las he vuelto a ver, sin embargo la mayor parte me son más conocidas y tienen mi edad actual, a pesar de que en principio tan sólo eran chicos que se sentaban en las mesas de alrededor. Hoy en día, esas caras cambiadas son las de mis amigos, porque si algo he aprendido en estos años ha sido a ser paciente con las personas y conocerlas antes de juzgarlas, porque te puedes llevar muchas sorpresas y la persona a la que criticas puede acabar siendo un gran amigo (al menos en teoría).
Ahora que estamos en el último curso es posible que no volvamos a ver a nuestros compañeros, ya que, debido a sus estudios, unos se dispersarán por distintos puntos de España, y otros trabajarán o se quedarán aquí, pero lo más seguro es que los alumnos que se llevan bien conservarán su amistad.
También los profesores han sido importantes. Nos han enseñando no sólo la lección, sino también a ser personas, porque, aunque nos haga gracia que un profesor nos dé consejos y nos parezca pesado, es posible que a lo largo de nuestra vida sus mensajes nos sean útiles. Me llevo los recuerdos de aquellos profesores con los que me llevé bien y me gustó su forma de impartir la clase y los de aquellos que me lo hicieron pasar mal, ya sea por nuestra falta de compatibilidad o por ser demasiado exigentes para sacar lo mejor de mi. De lo que no me olvidaré jamas es de haber pertenecido al grupo de teatro del instituto. Por todo eso y mucho más, gracias.

1 comentario:

  1. Espero que no sea el último. Tienes muchas cosas que decir todavía. Gracias a ti.

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