Las historias que suceden en este instituto a diario son muchas. Yo os voy a contar una que se repite cada día: Todas las mañanas una chica se levanta para ir al instituto y va a clase con normalidad, pero cuando llega la hora del recreo, la monótona mañana cambia para ella. Suena el timbre, va a su taquilla a dejar los libros y sale al patio. Detrás de la valla que separa nuestro instituto del exterior, su novio espera impaciente su llegada. Después del saludo, hablan durante un rato de cómo marcha el día o de cualquier otra cosa sin importancia. También algunas veces discuten. De vez en cuando, si se abre la puerta, aprovechan para darse un abrazo, separados por esa línea que divide los dos mundos. Cuando toca el timbre del otro instituto, él se marcha y entonces se lanzan un beso que pasa entre los barrotes. Algunos días, sin embargo, aparece el guardián del recinto, un profesor que llega para impedir que puedan hablar durante esos pocos minutos. Entonces la chica suele discutir con él y el profesor responde elevando la voz para hacer oír sus argumentos. Mientras tanto, el chico se queda del otro lado de la valla, esperando sonriente y en silencio, hasta que ella acaba por obedecer al profesor. Entonces, el profesor y la alumna se alejan discutiendo y el muchacho se vuelve hacia sus compañeros del otro instituto, como todos los días que la historia se repite.
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Hace 1 mes
Un artículo precioso, Elena, aunque por exigencias del guión el profe se ponga un poco borde. En todo caso, está muy bien porque nos recuerda que existe el amor y que para él no existen barreras. Que el amor es capaz de romper todos los límites y todas las fronteras. Os pedí que me hablaseis del amor, ¿lo recuerdas? Pues lo has hecho, y lo has hecho muy bien, porque cuentas lo que pasa.
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