Carlos Rodríguez Mayo
Escribir en una revista que se dirige a alumnos y profesores de un instituto supone pensar la realidad diaria con ese carácter crítico que se persigue en una buena educación democrática y expresarlo después sin excesos y con tino. Eso han intentado los alumnos de este blog y algunos lo han conseguido. Este es el caso de Ana V. Quevedo. Ella escribió en el mes de abril un artículo relativo al cierre de los baños en el que contaba su comportamiento contrario a una decisión que creía equivocada. Lo hizo, como se puede consultar, con corrección y moderación, a pesar del enfado que cualquiera sentiría cuando acaba de sentirse privado de un servicio tan básico como es el que motivó el artículo citado.
Pues bien, este artículo ha provocado un efecto inesperado. El Señor Director, aprovechando que la autora de este artículo se dirigía a él para un asunto, le ha acusado ante testigos de faltarle al respeto. Ella, sorprendida, replicó al señor Director que el blog estaba abierto a su réplica, y él respondió que en ningún caso escribiría en este medio, al que acusó de utilizar el nombre del Ría del Carmen.
Cerrar casi todos los baños del instituto a los alumnos es una decisión muy discutible que estoy seguro que no recibiría el apoyo mayoritario ni de los alumnos ni de los profesores, aunque el hecho estuviese precedido por un encadenamiento de faltas graves. Confundir la crítica legítima con una falta de respeto supone ir más allá del presunto error cometido, porque da a entender que se carece de la flexibilidad intelectual necesaria para comprender que hay otros que con todo derecho opinan de manera diferente y que la libertad de expresión, que utiliza hechos veraces y bien fundamentados y que no ataca al derecho al honor de las personas aludidas, merece un comportamiento más tolerante por parte de la dirección.
Estos son los hechos, tal y como me los han contado. El escrito de Ana V pueden consultarlo aquí. Juzguen ustedes.
Todos sabemos lo que hay que hacer en todos los casos o esa es la sensacion que tengo yo, pero son pocos los que se atreven a hacerlas. Con esto quiero decir, que si tan mal director nos parece en las siguientes elecciones invito a otros que se presenten y dejen de criticar. Porque tengo la sensacion de que da igual lo que haga el director que todo lo que él haga esta mal hecho.
ResponderEliminarEspero que se publique mi comentario. Un saludo
Se publica tu comentario, sí, a pesar del anónimo, y además se agradece la colaboración.
ResponderEliminarCriticar, señor anónimo, es un signo de libertad. El hombre es libre por naturaleza y piensa. Luego expresa lo que piensa de forma anónima y sin dar posibilidades al destinatario de que sepa quien habla (eso se llama cotilleo), o critica dando la cara, poniendo nombre a lo que dice y argumentando para que cada cual se forme un juicio.
Si cuando pides que se deje de criticar, te refieres a los que cotillean, estoy de acuerdo. Aplícate el cuento.
Carlos, lo que dices me suena.
ResponderEliminarCuando Javier Barba hizo las declaraciones al Diario Montañés, todo el mundo lo criticó, pero pocos fuimos los que escribimos en el blog dando la cara. El problema es que todavía estoy esperando una contestación a tu artículo (e imagino que tu también). Sólo quiero añadir, que cuando sucedió lo de las famosas declaraciones, estoy casi seguro de que yo fui el único alumno que se puso en contacto con el instituto mediante correo pidiendo explicaciones, siendo contestado en un plazo muy corto por Javier Barba.