Los días 15 y 16 de febrero los alumnos de 1º de la ESO, como bien dice en una entrada Elsa, visitaron acompañados por tres profesores y dos chicas de la Escuela de Medio Ambiente de Camargo la cueva de El Pendo y el cementerio de San Juan de Parayas.
Los chavales lo disfrutaron; aunque tengo la impresión de que algunos más que otros; y los acompañantes, también. Yo, que he visitado El Pendo en 4 ocasiones y las termas de Parayas innumerables veces, siento siempre la misma emoción que el primer día.
La cueva del Pendo, dada a conocer por Marcelino Sanz de Sautuola, fue estudiada a principios de siglo por Hermilio Alcalde del Río, y luego por investigadores como el Padre Carballo o Joaquín González Echegaray. Pasando la primera verja de control se accede al abrigo, donde se encontraba el lugar de hábitat de los grupos humanos paleolíticos y donde se encuentra ahora el grueso del yacimiento arqueológico, sepultado por grandes bloques de piedra desprendidos de de techo, de una “visera” que en el pasado se prolongaba más hacia el exterior de la cavidad. Los neandertales, sus primeros pobladores hace unos 80.000 años, serían sustituidos, hace unos 35.000 años, en los inicios del Paleolítico Superior, por los humanos modernos.De la riqueza arqueológica de El Pendo destaca el arte mueble encontrado, en el que se incluyen 12 bastones de mando, siendo uno de ellos -con decoración grabada de ciervas, caballos y signos- conocido por encima de los demás. (Echad una visual en el lateral derecho de este blog.) Después accedimos ya al gran panel: varias ciervas, un posible uro, un caballo y hasta una cabra, pintadas en ocre con los dedos y usando algún tipo de andamiaje, se desplegaron bajo la luz artificial de los focos ante nuestro ojos.
Tras salir de la cueva y después de un pertinente “desayuno-tentempié” para reponer fuerzas, regresamos caminando al autobús, rumbo a las termas del cementerio de San Juan de Maliaño, en Parayas, donde en los años 90 del pasado siglo se descubrieron y excavaron las ruinas de un antiguo edificio termal romano, y sobre el que los pobladores del Medievo construyeron una iglesia románica en torno a la cual instalaron un cementerio. Las termas, usadas y reformadas desde el siglo I d. C. al IV, cuentan con las dependencias propias de cualquier instalación termal romana: baños para el agua caliente (caldarium) -calentados mediante el sistema de canalización de aire caliente (hypocaustum) a partir de un horno (praefurnium)-; la sala templada (tepidarium); y el baño de agua fría (frigidarium) -consistente en este caso en una gran piscina (llamada natatio)-. Los usuarios de aquellos baños públicos, que accederían a ellos tras el pago de una pequeña cantidad de dinero, entraría primero en el vestuario (apodyterium), donde se cambiarían, y después pasarían por las diferentes estancias, calientes, templadas y frías, por este orden. Hombre y mujeres acudirían a las termas en diferente horario: las mujeres por la mañana; los hombres por la tarde.
Los pobladores medievales reutilizaron parte de las construcciones romanas para levantar sobre ellas una iglesia románica, cuya planta ocupaba básicamente el espacio de la gran natatio. De esta iglesia se conserva sólo el arco triunfal, reconstruido en los años 20 del pasado siglo con escasa sutileza, pues en la reconstrucción el arco de medio punto pasó a estar algo apuntado. Del arco destacan sus capiteles: uno decorado con motivos vegetales; otro con una representación interpretada como Daniel entre los leones. En el entorno de la iglesia los medievales instalaron también una necrópolis de tumbas de lajas, orientadas hacia el Este, hacia Jerusalén.
Los chavales estaban ya un poco cansados de tanta historia; tanta cultura en tan poco tiempo era demasiado para ellos. La situación empezaba a ser difícil de controlar para monitores y profesores. Era la hora de la vuelta: una vez más nuestro “autobusero”, Michel, nos condujo sanos y salvos al instituto. La visita había terminado. De nuevo salí fascinado, y creo que a los alumnos también les gustó.
Si no lo conocéis, os recomiendo la visita.
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