Carlos Rodríguez Mayo
A veces vienen a vernos antiguos alumnos con la sonrisa franca de la nostalgia marcada en sus rostros. Se acuerdan de lo bueno y de lo malo, pero el tiempo justifica nuestras insuficiencias y excesos, y hace buenas las ideas que grabamos con esfuerzo en sus tiernas mentes aún adolescentes. Lo digo porque el viernes pasado vinieron a vernos Aída y Henar. Dos muchachas estupendas que escuchaban hace un año en sus aulas con respeto nuestras palabras y que incluso preguntaban con interés para completar el sentido de nuestras explicaciones… Yo venía de bajar las llaves del armarito del ordenador a conserjería y volaba por el pasillo hacia el departamento a la busca de los exámenes de Historia de 1º de bachillerato. Los alumnos ya debían de estar colocados en sus sitios, esperándome con cierta ansiedad, porque en la última hora la llamada de los autobuses no espera a que se acabe el examen de Historia. Las saludé apresurado e intenté justificarme… Y ahora lo siento, la verdad… Debería haberles dedicado algo de tiempo y preguntarles por su vida y sus estudios… Supongo que todo va bien… Fue un placer volver a verlas, encendidas por la luz de sus sonrisas….
No se preocupe. A veces las prisas y las obligaciones son, desafortunadamente, las que mandan, como parece que ha sido en este caso. Imagino que ellas lo habrán entendido perfectamente. Otra vez será.
ResponderEliminarCarlos, pues que suerte tuvieron de verte! Yo he ido varias veces al instituto y por desgracia no he logrado verte. El día 11 de Marzo espero encontrarte.
ResponderEliminar¿El día del cocido solidario? Allí estaremos, Kevin. Espero que me quede bien. El mío es de garbanzos.
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