jueves, 14 de marzo de 2013

Excelencia

Carlos Rodríguez Mayo
La Consejería de Educación habla ahora de "Excelencia". Bueno es que se hable de eso, porque con nosotros hay profesores extraordinarios que pasan desapercibidos, incluso para sus alumnos. Mis mejores profesores los he descubierto con el tiempo, gracias a la importancia de lo que me enseñaron. Para los alumnos actuales pasa algo parecido. Difícilmente son capaces de valorar a la persona que tienen delante. Tampoco a los compañeros nos resulta fácil saber quién es quién, de manera que hay una tendencia natural a que fragüe la idea de que todos somos iguales. Sin embargo, lo sabemos, la vida no es así. Cada uno es cada uno. Lo mismo que no hay un alumno igual a otro, los profesores somos especies diferenciadas con historias, competencias y quehaceres distintos.
Gonzalo, por ejemplo, un profesor que se ha pasado la vida dando clases a los alumnos de Camargo, es uno de los profesores más sabios que existen en muchas leguas a la redonda. En Botánica no hay en Cantabria quien tenga un curriculum mejor ni quien manifieste una tendencia más intensa hacia el contacto directo con el medio para el conocimiento exhaustivo de la ecología de las plantas. Él, además, es un amigo excelente y una persona común, alguien que nos enseña que el saber no produce personas distantes y sí personas mejores, más humanas y más abiertas. Su saber podría haber servido para mucho más que para lo que le ha utilizado el Instituto, porque el sistema no sabe juntar el hambre con las ganas de comer, porque el sistema es demasiado rígido. Él es un eminente profesor desaprovechado por esta Enseñanza Media de nuestros pecados que ha visto degradarse año tras año la densidad de los programas y su nivel de exigencia y de saber. Él podría ser también el mejor candidato de nuestro centro a la "Excelencia" que ahora pregona la Consejería. ¿Lo proponemos? 

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