miércoles, 8 de enero de 2014

Un estudio sobre el bilingüismo en la Comunidad de Madrid

Carlos Rodríguez Mayo
Como consecuencia de la huelga que siguen manteniendo los profesores en Baleares en contra de su trilingüismo en catalán e inglés, surgen en los periódicos noticias de mucho interés acerca de nuestro bilingúismo. Hay una especialmente relevante para mi. Es la siguiente:
FEDEA, un organismo dependiente de la Universidad Carlos III de Madrid, ha publicado recientemente (en septiembre de 2013) un trabajo, que se puede consultar completo en internet y que se titula:
"Evaluación de un programa de educación bilingüe en España: El impacto más allá del aprendizaje del idioma extranjero", cuyos autores son: Brindusa Anghel, Antonio Cabrales y Jesús M. Carro. 
En un resumen que se introduce al principio de su estudio dicen éstos:
"Evaluamos un programa que introdujo la educación bilingüe en inglés y castellano en educación primaria en algunos colegios públicos de la Comunidad de Madrid en el año 2004. En este programa, los estudiantes no solo estudian inglés como idioma extranjero, sino que el inglés es la lengua en la que se enseñan otras asignaturas (al menos ciencias naturales, historia y geografía). Lengua Castellana y Matemáticas se enseñan solamente en castellano. Una prueba estandarizada de las habilidades consideradas indispensables para todos los alumnos del 6º curso en Madrid es nuestra medida del resultado en educación primaria para evaluar el programa. Nuestros resultados indican que hay un claro efecto negativo en el aprendizaje de la asignatura enseñada en inglés para los niños cuyos padres tienen, como máximo, estudios secundarios obligatorios; y ningún efecto claro en matemáticas y lectura, que se enseñaron en castellano".
Este estudio coincide con la evaluación que yo hice hace más de dos años en la E.S.O. y que envié de imediato al director y a la entonces Consejera de Educación de Cantabria, lo que no sirvió ni para corregir la política del PSOE ni para cambiar el PPLE del centro en lo relativo a la implicación en él de mi departamento (Geografía e Historia). En consecuencia mi posición goza ahora de un sólido argumento de peso, el de la existencia de un estudio científico público sobre nuestro mal bilingüismo que apunta a esa idea tan sencilla de entender para aquellos que no tienen intereses creados en que el funcionamiento actual de nuestro PPLE se mantenga. La idea de que las asignaturas que se enseñan en inglés a niños que no saben bien ese idioma padecen consecuencias negativas que los departamentos, el Director del Centro, la Comisión Pedagógica y el Claustro de Profesores, en el uso de sus competencias, tienen obligación de denunciar.

sábado, 2 de noviembre de 2013

La religión en los institutos

Carlos Rodríguez Mayo
Vaya por delante que el que parezca centrarse el debate sobre la nueva ley en torno a la presencia de "la religión" en los centros educativos me parece una falta de respeto a los que vivimos de esto, porque con ello los medios de comunicación se olvidan de los muchos problemas reales que padecemos y se concentra el objetivo de la cámara en un tema profesionalmente secundario. Tenemos una mala educación por muchas razones. La falta de incentivos para el esfuerzo personal y un sistema de disciplina cuajado de garantías para el alumno, que pone entre interrogación la acción disciplinaria del profesor, son a mi modo de ver las causas básicas. El problema más gordo, por lo tanto, no está en la presencia de esta asignatura en el curriculum. Sin embargo, a mi pesar, voy a dejarme llevar por el debate y voy a hablar de "la religión". 
Yo soy partidario de una enseñanza laica en la que todo lo relativo a las creencias se sitúe fuera de los centros, de manera que, si pudiera, votaría para que la religión desapareciera de las aulas y para que la jerarquía eclesiástica, que yo no he votado, no siga eligiendo a ninguno de mis compañeros. No dejo de reconocer, sin embargo, que valoro de forma muy positiva la actitud y la capacidad de los profesores de religión que he conocido y que me parece una locura la discusión sobre si la materia debe ser o no evaluable o si se debe de respetar un espacio de tiempo sin clase para los alumnos que no la cursen (eso a lo que Wert llama asignatura "espejo"). Desde mi punto de vista, la religión produce mucho más daño con esa alternativa insufrible, en la que no se puede dar clase de nada, que con la propia asignatura, que no es mala en sí misma, aunque ocupa un espacio de tiempo semanal.
Pediría, por lo tanto, lo que casi siempre pido. Un poco de diálogo y de comprensión, algo que mire de frente a los verdaderos problemas de las aulas y deje de enfrentar a la población con problemas ideológicos residuales como éste. Entiendo la fuerza del voto demócrata cristiano y la necesidad de satisfacer al enorme poder de la iglesia en la enseñanza, pero creo que eso no obliga a gobernar siguiendo su dictado. Los centros religiosos tienen todas las facilidades para enseñar y promover la religión. Nadie se niega a que lo hagan. En los centros públicos, por el contrario, si los políticos fueran más flexibles y buscasen de verdad un pacto hacia el futuro, bastaría con que hubiera en todos los niveles una optativa evaluable, llamada religión, que explicase moral cristiana e historia sagrada. Una asignatura interesante que yo animaría a elegir, incluso a los no creyentes, para que se entienda mejor la cultura de este país.

jueves, 31 de octubre de 2013

Evaluar en día de huelga

Carlos Rodríguez Mayo
Me envían un escrito dos alumnos muy enfadados por un caso muy frecuente. Dicen que en algunas clases se han planteado ejercicios o trabajos el día de la huelga y que su profesor pretende tenerlos en cuenta en la primera evaluación, perjudicando con ello a los alumnos ausentes. 
Como el texto no tenía una ortografía aceptable, he decidido no publicar estos escritos pero sí que quiero contestarlos para intentar enfrentar su punto de vista. Su idea, cuyo origen reconozco en la prohibición de los exámenes que hizo el Señor Director el curso pasado, implica que los profesores no huelguistas deberían adoptar una posición neutral consistente en no avanzar materia ni evaluar. Sin embargo, esta no es mi opinión. Para mi resulta evidente que la decisión de cada cual implica una distinta posición política y que, lo mismo que se entiende que los huelguistas puedan intentar favorecer la huelga, se puede entender que haya profesores no huelguistas que no la favorezcan. Aunque la neutralidad es una opción posible, se puede ser también beligerante en contra de la huelga y no ser necesariamente neutral. Es más, si como alumno o como profesor sólo cabe venir o no venir a clase, me parece que la posición de cada uno puede ser más o menos radical, pero nunca será totalmente neutral.  
Sobre la ley, os repetiré nuevamente que el derecho de huelga no existe para la población estudiantil. Según la ley vigente sólo existe el derecho a no asistir a clase para el caso de que se produzca un proceso de reunión de los grupos en el que se plantee el tema de la convocatoria y se vote, dado que lo que de hecho se reconoce es el derecho de reunión.
Además debéis saber que el derecho de huelga se reconoce en la Constitución a los asalariados. Estos, los profesores por ejemplo, tienen derecho a hacerla, pero también a no hacerla. Los que la hacen pagan su inasistencia con la pérdida de sus emolumentos y los que no la hacen están obligados por la ley y por la lógica a trabajar, es decir, a dar clase. Los alumnos asistentes tienen todo el derecho a su clase (para eso vienen) y a que se les evalúe, según el principio de evaluación continua, de manera que es normal que, si se ha fijado previamente un examen o si se ha realizado una actividad, se recoja lo producido para luego ser valorado. Yo suelo hacerlo porque creo que así tiene que ser. Otra cosa es la trascendencia que se deba dar al trabajo o al examen que se realice y la posibilidad que se ofrezca a los huelguistas de realizar ese mismo ejercicio u otro distinto que equilibre su esfuerzo con el de los no huelguistas. Creo que, por respeto a la huelga, el peso de a las actividades del día debe ser moderado y nunca definitivo, pero también creo en que, si se hacen, hay que valorar lo producido para que quede huella del trabajo efectivo y honrado de los profesores y de los alumnos, un trabajo importante y necesario, también en día de huelga, que se debe valorar porque los que lo hacen no están en huelga y tienen derecho a ello.
Creo, para terminar, que mi opinión no es mayoritaria. Otros profesores piensan lo contrario, preguntadles, pero os ruego que no confundáis vuestro interés y el suyo con la racionalidad laboral del comportamiento de los no huelguistas. Si hay libertad, la libertad es para todos. Tus derechos llegan sólo hasta el lugar en que entran en conflicto con otros derechos y responsabilidades. Esto mismo se lo dije al Señor Director, cuando la famosa prohibición, y os lo digo ahora a vosotros, porque me habéis preguntado: Los profesores que no hacen huelga no sólo tienen derecho a evaluar, tienen que hacerlo.

jueves, 24 de octubre de 2013

Triunfó la huelga, como siempre.

Carlos Rodríguez Mayo
Hoy estaba cantado que el instituto estaría más vacío, porque las huelgas del Sindicato de Estudiantes suelen provocar una contaminación de la inasistencia de los alumnos, y en efecto es eso lo que ha sucedido. Por ejemplo, si el martes vinieron a mi clase todos los alumnos de 2º de bachillerato menos dos, hoy jueves ya sólo han venido dos de ellos. Por el contrario, cumpliendo con la teoría, los cursos que no vinieron el martes y el miércoles (como mi primero de bachº), siguieron hoy de vacaciones. Además, como era de esperar, los profesores se han dividido entre los que apoyaban la huelga y los que hemos venido a clase. En resumen, una historia que resulta conocida. Una canción que se canta en los medios de comunicación año tras año, que interpretan con tono monocorde los líderes sindicales y que acompañan profesores y alumnos en manifestaciones más o menos ruidosas que duran quince segundos en los telediarios.
Todo eso ya pasó, sin pena ni gloria. Es una vieja y triste historia que parece venir bien a todos, salvo a los que pagan con el descuento de su salario... Bien, no seré yo quien defienda a un ministerio que reduce la paga a los profesores que están bajo su directa responsabilidad, mientras se gasta los jayeres en subvencionar a la enseñanza concertada, pero tampoco me pondré del lado de los que con su gasto descontrolado nos han llevado hasta aquí. Ambas partes deberían obligarse a un acuerdo en lo básico por el bien del país. Sin embargo parece que lo que sucede es todo lo contrario. Vivimos en una época sin diálogo. Después de la transición, todos los pactos políticos se han ido rompiendo. Se habla incluso de cambiar la constitución... Esto no es bueno. Porque la estabilidad es un bien irrenunciable, una ley educativa nunca debería ser impuesta. El consenso no es difícil si se persigue con honestidad e interés. Después de todo, la nueva ley de Wert no se diferencia en mucho de la de Gabilondo. Sin consenso las leyes pierden perstigio y sin ley no hay democracia. 

viernes, 18 de octubre de 2013

La huelga que viene

Carlos Rodríguez Mayo
Para protestar contra la reforma educativa, la subida de tasas de las matrículas universitarias y los "recortes" en becas, la Plataforma por la Enseñanza Pública propone una huelga de profesores, padres y alumnos el próximo día 24 de octubre. Con los mismos objetivos, el Sindicato de Estudiantes, que en agosto había convocado a su sector para los días 21,22 y 23, decidió mover las fechas para coincidir con la plataforma, de manera que, al final, promueve la protesta en los días que van del 22 al 24. (Se piden disculpas por el error en las fechas, ahora subsanado, que ha estado colgado los días 18,19 y 20 en este blog).
En un país serio, entretanto llega el día 22, habría asambleas, debates y discusiones, y se habría intentado diferenciar la movilización de los profesores de la de los alumnos, por cuanto que resulta tan absurdo hacerlas coincidir como declarar una huelga de transporte en el centro de Canadá en pleno mes de enero, cuando todas la carreteras y vías férreas están cerradas por la nieve. En España, sin embargo, no habrá nada parecido a una franca reflexión acerca de lo que sucede, porque para los alumnos el motivo de la huelga es lo de menos. Lo sabemos por experiencia, los muchachos no vendrán al instituto. En la práctica, la presunta "huelga" funciona como la típica semana de novillos del Sindicato de Estudiantes y a casi nadie le importan sus razones. La huelga es algo que se da por hecho en cuanto aparece publicada en el periódico. Si hay convocatoria, nunca hay clase, y más si la interpretación que hace el director de la ley reguladora impide hacer exámenes, aconseja no avanzar materia y garantiza que no se comunicarán las faltas ni se sancionará la inasistencia. Por lo tanto, si está cantado que del 22 al 24 no habrá clase, la convocatoria triunfará sin necesidad de que toda la marea verde de profesores se ponga también en huelga. Se potenciará de este modo una forma peculiar de apoyar la movilización. Es el caso de los que asisten al colegio o instituto por la mañana y después, por la tarde, acuden a la manifestación. Sin mayores problemas que los normales en los números del banco, siempre resulta agradable volver a ver a los antiguos compañeros y cambiar impresiones acerca de los efectos de la crisis.

martes, 15 de octubre de 2013

¿Para cuándo el "mea culpa"?

Carlos Rodríguez Mayo
En el semanal del Diario Montañés del pasado domingo, Juan Manuel de Prada expresaba con claridad meridiana una idea que yo llevo intentando explicar ya varios años. La idea del novelista incluye una valoración más radicalmente negativa que la mía cuando califica a nuestro "falso bilingüismo" de "pandemonium grotesco", pero coincide conmigo en el diagnóstico y en el concepto, porque sabe que se trata de intentar una discutible o imperceptible mejora en el aprendizaje del inglés a costa del hundimiento de las materias que dejan de enseñarse en castellano. En un mundo como el nuestro en el que sólo se habla de lo que les interesa al PSOE y al PP, decir ésto denota valentía, aunque en realidad no supone un gran descubrimiento. En efecto, esta idea aparentemente novedosa es algo que las autoridades ya sabían. Estoy seguro de que cuando en 2011 Mario Bedera dijo "El bilingüismo no funciona", el Secretario de Educación del PSOE tenía información más que suficiente para lanzar semejante titular. Sin embargo, en vez de ser transparente e intentar desmontar el monstruo que su gobierno había puesto en marcha, prefirió callarse y maniobrar, sin asumir ningún tipo de responsabilidad en el entuerto. Lo mismo digo del Partido Popular y de la opinión al respecto de los nuevos responsables del Ministerio. También ellos lo saben, pero tampoco lo dicen porque prefieren utilizar la rentabilidad electoral de la palabra. Así, mientras ambos partidos ocultan sus vergüenzas, nuestro falso bilingüismo continúa su trayecto y sigue produciendo los indeseables efectos discriminatorios que he intentado precisar en anteriores artículos.
Hoy en día, cuando algunos directores, como Javier, abandonan el barco y dejan sin control (en 1º de la ESO no se ha respetado el límite de alumnos marcado) este inservible montaje a la deriva, resulta necesario pedir transparencia y solicitar una evaluación seria que compare los resultados de centros bilingües y no bilingües (tanto en inglés como en las asignaturas implicadas en el PPLE). Asi se podría demostrar que este falso bilingüismo no merece la pena. De este modo, se podría empezar a exterminar a este monstruo que tanto dinero gasta y tanto malestar produce.
Además haría falta otra importante condición: La del cambio de la posición política del PSOE y de los sindicatos. Nuestra izquierda, que no tiene inconveniente en aliarse con los nacionalistas en Baleares, no repite en la península lo que dice en las islas sobre la enseñanza del inglés por profesores de otras cosas. Al respecto diré que, aunque he leído en el blog de la Educación Pública de Camargo un artículo dirigido contra Javier, nuestro director, no he visto ningún movimiento que permita interpretar que se vaya a combatir al bilingüismo. Falta un mensaje claro de la ejecutiva del partido o una opinión crítica de alguna mente con prestigio en el País o en la cadena Ser. Nada de eso se ha producido todavía. Mientras tanto, como en Falange, prietas las filas. Aunque en la sala de profesores cada vez se oyen más comentarios negativos de la gente que ha visto crecer la hidra a su alrededor, el bilingüismo aún no es un mal. Al parecer, no ha llegado el momento, todavía, de utilizar la fuerza de la razón para interpretar la realidad y cambiar por fin el disco.

miércoles, 2 de octubre de 2013

El inglés en la ley Wert

Carlos Rodríguez Mayo
La admisión de un número superior al de las plazas bilingües que nuestro centro ofertaba en 1º de la ESO y el uso que del inglés hace el decreto trilingüe de Baleares marcan las líneas del futuro de las enseñanzas de la ESO en España, por cuanto el Partido Popular, que gobierna en ambas autonomías, ha apostado claramente por este mal bilingüismo que padecemos en el que lo peor sucede en las asignaturas que se imparten en un idioma que los alumnos no conocen suficientemente. Entre el bilingüismo insular y el nuestro yo prefiero el balear que, al menos, es para todos y no discrimina a los alumnos. Sin embargo, no apoyaría a ninguno de los dos, porque ambos padecen de lo mismo, es decir, de la discriminación que se produce sobre los profesores no bilingües a quienes se presiona y se tienta para que se reconviertan y asuman las nuevas enseñanzas en inglés, con lo que se minimiza de hecho el valor formativo y profesional que tienen sus asignaturas. 
Frente a ambos bilingüismos del PSOE y del PP, ya lo he dicho muchas veces, la mejor alternativa, la que no crea discriminación y es seguro que resultaría más eficaz es la más sencilla. Consistiría en incrementar el horario de inglés con profesorado de éste idioma en toda España. Ahora que la ley Wert está en el Parlamento es el momento de hacerlo. ¿Por qué nadie lo ha propuesto? ¿Qué pasa en este país?

Humo en el recreo

Sergio Zuría Martín
Esl día 27 del mes pasado, a las 10:15, en el IES Ría del Carmen ha ocurrido un suceso inusual. Un incendio que ha tenido lugar en el callejón de entrada a los institutos, concretamente en la zona reservada a los contenedores, situada a pocos pasos de la puerta de acceso a ambos recintos.
El incendio de uno de los contenedores provocó un revuelo en torno a las vallas de nuestro instituto, dado que los alumnos que salían al recreo, vieron una columna de humo negro y un fuego de unos dos metros de altura. Al parecer las llamas se hicieron más y más intensas, hasta el punto de que ambos centros llamaron a los bomberos, debido al riesgo que corrían los coches aparcados alrededor y las personas que miraban. Además, según mi punto de vista, un contenedor no puede quemarse tan rápido como éste lo hizo. Algo debía de tener, además de la basura, para producir tantas y tan abundantes llamas.
Por el momento se desconoce a día de hoy el motivo y el autor de dicha fechoría. Se han barajado varios nombres, pero su culpabilidad no se ha demostrado. En cuanto a los motivos, yo pienso que todo el asunto no es más que una broma pesada que no debe volver a suceder.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Un incendio en la puerta del instituto

Daniel Ivars Saiz
El día 27 de septiembre, al comienzo del primer recreo, sobre las 10:10, vimos desde la ventana que una gran cantidad de alumnos del Ría del Carmen salían corriendo hacia la puerta. ¿La razón? Uno de los contenedores estaba ardiendo. Las llamas alcanzaron una altura aproximada de 3 metros. Por suerte los bomberos no tardaron mucho en apagar el incendio con lo que no se causaron daños a los coches ni a los otros contenedores. Tampoco hubo daños para los alumnos del "Valle de Camargo", que tienen libertad para salir durante los recreos y que estaban muy cerca cuando todo ocurrió. 
Por el momento, no conocemos ni el nombre del autor ni las verdaderas causas del incidente, pero hay razones para pensar que el fuego ha sido intencionado, pues un cubo de ese tamaño necesita mucho más que un cigarro mal apagado para provocar un incendio de ese nivel con tanta rapidez. 
Hoy lunes, cuando ya está todo apagado me asaltan algunas preguntas: Primero: ¿Qué impulsó al supuesto autor, en el caso de que lo hubiera, a hacer semejante gamberrada? Segundo: ¿Tuvo algo que ver el horario? ¿Por qué se produjo justo en el momento en el que los alumnos del Valle y del Ría coincidíamos en el recreo? 
Sea quién sea el autor y sus razones, lo único que para mi debe quedar claro es que no se pueden admitir actos como éste.

De qué se mancha el color verde de la huelga

Carlos Rodríguez Mayo
En el telediario de ayer domingo, asistimos a una manifestación verde en Baleares que mancha los rasgos de la movilización de la enseñanza pública contra los recortes del gobierno porque mezcla en la ensalada de sus reivindicaciones la protección de los intereses de la mesocracia local catalanista en los centros de enseñanza de las islas. Según los convocantes de la huelga indefinida lo que se pretende es cambiar el decreto del “trilingüismo” del gobierno autónomo popular, lo que en otras palabras quiere decir que se intenta conservar el estatus actual, conseguido a través de las prebendas obtenidas durante los gobiernos de la izquierda a costa del derecho al uso de la lengua castellana como lengua vehicular en sus territorios, y oponerse también a la fórmula de promoción del uso del inglés, argumentando que el profesorado no está preparado para impartir clases en la lengua anglosajona o que para los alumnos es muy difícil aprender en un idioma que no dominan, es decir, abundando en los mismos argumentos que durante años he expresado yo en este blog sin recibir nunca su apoyo.
Bienvenido sea, por lo tanto, el giro de la izquierda y de los sindicatos para situarse ahora en contra de un bilingüismo que hasta ayer apoyaban por obra u omisión, aunque espero también que su crítica sea más visceral y consecuente cuando el bilingüismo-trilingüismo discrimine a los alumnos (cosa que no sucede en el trilingüismo insular, que es para todos, y sí en nuestro mal bilingüismo peninsular, contra el que sigo argumentando, que es optativo).
Para terminar quisiera dejar claro que, en adelante, el color verde contra los recortes es también el de los catalanistas y demás nacionalistas que siguen aplicando, con el respaldo de los sindicatos de izquierda y con un enorme fondo de huelga de más de 100.000 euros, la fórmula insolidaria de que “lo mío es mío (mi plaza en catalán) y lo de los demás (en castellano) a medias”.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Por un apoyo al aprendizaje de lenguas extranjeras que no discrimine

Carlos Rodríguez Mayo
¿Existe una posible enseñanza de calidad de inglés o francés que no discrimine? Claro, evidentemente. Si lo que se quiere es enseñar estas lenguas, lo mejor es utilizar profesores de inglés o de francés (no profesores de geografía o de matemáticas). 
Son los profesores de inglés y de francés los que han demostrado su mérito y capacidad con la titulación especializada para enseñar su materia o con sus difíciles oposiciones. Por lo tanto, si se quiere mejorar el conocimiento de los españolitos en idioma extranjero, la directa es aumentar el horario de inglés y de francés, bien con carácter obligatorio o bien con carácter optativo. El asunto es así de sencillo. No hacen falta grandes líos organizativos, no hace falta estropear el aprendizaje de asignaturas que se imparten en otro idioma. Sólo hace falta utilizar ese sentido común que, según dice el proverbio, es el menos común de los sentidos.

El bilingüismo que discrimina a los profesores

Carlos Rodríguez Mayo
Si ayer hablaba del bilingüismo que discrimina a los alumnos, hoy quiero hablar del bilingüismo que discrimina a los profesores.
Según mi punto de vista son tres razones distintas las que establecen esta discriminación:
La primera es la reducción de una o dos horas semanales que reciben los profesores bilingües, partiendo de la discutible premisa que justifica que estos necesitan más tiempo para la preparación de sus clases.
La segunda, que es la más importante a mi modo de ver, es la que se deduce de la discriminación previa de los alumnos y consiste en que los profesores bilingües dan clase a los alumnos más competentes.
La tercera es que, para favorecer su política, los altos cargos de la administración del PSOE de Cantabria, en el transcurso de los últimos meses en que mandaron en la región, dieron un perfil bilingüe (en inglés, francés e, incluso, italiano o alemán) a algunas plazas ya existentes, de manera que, cuando salieron al concurso de traslados, se redujeron sustancialmente los derechos de movilidad de los distintos cuerpos docentes.

domingo, 15 de septiembre de 2013

El bilingüismo que discrimina a los alumnos

Carlos Rodríguez Mayo
En mi anterior artículo, del mes de Junio, hablaba de la dinámica discriminatoria que pone en marcha nuestro mal bilingüismo y de la actuación de cada uno de sus agentes. Si hubiera que ser más explícito al respecto, diría lo siguiente:
Por un lado, los alumnos bilingües se sienten valorados y mejores por estar en estos grupos. Su entrada en ellos es un timbre de gloria, pues no hay plazas para todos. Por eso algunos centros hacen exámenes para acceder a las plazas bilingües, y por eso muchos de los alumnos no bilingües se sienten marginados en unos grupos que se definen esencialmente por ser peores en comportamiento y por padecer de un índice de fracaso mucho más elevado. Por otro lado, los padres actúan en el mismo sentido. Los de los bilingües suelen estar más satisfechos, pues los alumnos sacan mejores resultados, mientras los problemas, que se concentran entre los no bilingües, dan lugar a un mayor descontento entre los padres de éstos. Por su parte, los equipos directivos y los profesores utilizan el bilingüismo como medio para obtener más y mejores alumnos en una época de vacas flacas, aprovechando la propaganda de los dos partidos mayoritarios (PP y PSOE).
En toda esta dinámica, se asume como principio el que el bilingüismo es algo difícil, algo para lo que hay que estar preparado, algo que no está al alcance de todos, como si saber inglés o francés fuera más difícil que saber matemáticas o historia o como si, además, de aquellos necesitasen más los más competentes y de éstas -que son justo las que se explican en inglés en nuestro centro y con libros más delgados- mucho menos. El dominio de los idiomas, sin embargo, es un conocimiento tan útil para un médico como para un albañil o un cerrajero, porque saber otro idioma es algo que sirve a todos y que no tiene sentido limitar, y menos con pruebas que discriminan según la capacidad, como se hace en muchos centros.
Frente a este bilingüismo discriminatorio, los partidos y las distintas fuerzas sociales, como los sindicatos, deberían haber protestado, pero han preferido callarse. Los marxistas, esos que entienden que el motor de la historia es la lucha de dos clases enfrentadas, no han querido ver la dualidad que separa ya en la ESO a los niños, según su capacidad, a causa de nuestro mal bilingüismo. Los liberales, esos que atacan los privilegios y defienden el principio de igualdad, tampoco ven aquí discriminación... Pues bien, a mi modo de ver, la discriminación es innegable. Basta contemplar la % de aprobados o entrar sucesivamente en los dos tipos de aula para verlo. Si añadiésemos estadísticas de problemas familiares (% de padres separados, por ejemplo), de inmigrantes, de cualificación profesional de los padres, todas redundarían en ello. Sin embargo, los estudios no se hacen, no interesa, y la discriminación se mantiene o crece, a medida que nuestro mal bilingüismo se extiende por la mayor parte de los institutos de España. Su proliferación es una auténtica vergüenza para este país, primero porque no hay datos que demuestren que los centros bilingües hayan mejorado sus resultados en inglés (en nuestro caso, en selectividad, como se puede ver en este blog, ha resultado exactamente lo contrario) y segundo, porque es tan claro su sentido discriminatorio que su éxito demuestra la relatividad de los principios morales y políticos de nuestra democracia.

martes, 2 de julio de 2013

Huir de la enseñanza no bilingüe

Carlos Rodríguez Mayo
Me cuentan que existe una idea establecida que lleva a los profesores y a los cargos directivos de muchos colegios e institutos a recomendar a los padres que los niños más competentes elijan una enseñanza bilingüe y reservar de este modo la enseñanza no bilingüe para los menos dotados, como si la primera opción fuese mejor o como si la mayor exposición a un idioma extranjero fuera sólo positiva e interesante para los más capacitados. Los que así obran provocan una discriminación irresoluble, de la que se benefician unos y de la que los otros ya no pueden escapar. Con esta orientación y el seguimiento inconsciente de muchas familias se convierten los grupos no bilingües en grupos degradados en donde se concentran todos los problemas, en grupos en los que, normalmente, ninguno querríamos tener a nuestros hijos. Por eso resulta necesario explicar a los maestros y a los padres de los alumnos que la elección de la enseñanza no debe tener que ver con la competencia y sí con lo que se pretende aprender. Para orientar bien hay que contar la verdad y la verdad es la siguiente: 
La enseñanza bilingüe pretende enseñar un poco más de inglés a costa de las materias que se imparten en ese idioma que los chicos desconocen. En la práctica es dudoso que se consiga el bien del primer objetivo y es seguro que se produce el mal del segundo, pero además se genera un problema mucho más negativo: el de la discriminación de los alumnos, ya que por la propia elección de los padres de los alumnos o como consecuencia de esta perversa orientación, los alumnos de mayor nivel, los más trabajadores, los más competentes, los de mejor comportamiento, se concentran en estos grupos.
La otra opción, la enseñanza no bilingüe, es la misma que la enseñanza normal de la ESO. Sin embargo, en nuestros centros esta opción incluye, por las mismas razones, toda la panoplia de la anormal acumulación de problemas sociales y educativos, de manera que sus grupos siempre acaban por convertirse en los más conflictivos. En ellos proliferan los malos ejemplos, las faltas de conducta, las expulsiones y los mayores porcentajes de suspensos. Aunque los problemas de esta enseñanza no bilingüe no son propios de su planteamiento didáctico, en las condiciones de elección actuales es la peor de las opciones. Es tan mala que no dudo ahora en recomendar a los padres que la rechacen, si no quieren que su hijo se vea arrastrado hacia el sumidero del sistema educativo.
Para cambiar esta desastrosa situación, hay que decir la verdad y afear, e incluso perseguir, a los que mienten. A los que intenten engañarles, pídanles estadísticas comparativas de bilingües y no bilingües con respecto a aprobados o a expulsiones o bien la % de alumnos con padres separados o divorciados o la % de inmigrantes en cada uno de los dos grupos. Verán entonces que estos datos no se obtienen o, si se obtienen, se ocultan bajo llave. A cualquiera se le ocurre que no cuantificar lo que no conviene o no decir lo que se sabe es también una forma consciente de mentir.

jueves, 27 de junio de 2013

¿Ciencias Naturales bilingües?

Carlos Rodríguez Mayo
Durante años, algunos profesores, como Javier Barba, han impartido algunas de sus clases en inglés para facilitar el acceso y el mantenimiento del instituto en esa enseñanza que llamamos bilingüe, de la que nuestro centro fue pionero. Hoy, diez años después, las cosas empiezan a cambiar. Javier y algunos de los antiguos profesores bilingües abandonan su enseñanza por razones de carácter personal, que no vienen al caso.
Durante estos diez años, de la boca de Javier y de los profesores de su entorno no ha salido una sola palabra en contra del bilingüismo y sí muchas a favor, enfrentándose para ello con los pocos que criticamos el PPLE del centro porque provocaba la discriminación entre profesores y alumnos bilingües y no bilingües y por los resultados negativos que evaluamos en alguno de los departamentos implicados en él. Para prevalecer frente a estas críticas, Javier no ha dudado en acusarme a mi y a los que han defendido mi posición de olvidar el servicio a los alumnos y de estar movidos por intereses personales.
Sin embargo, ahora, cuando Javier se ve obligado a dejar la enseñanza bilingüe, las cosas cambian. Ni una sóla palabra para defender la presencia de las Ciencias Naturales en el PPLE. En orden a la coherencia personal que se debe pedir a todo individuo responsable, se echa en falta que los que como Javier han defendido año tras año los buenos resultados del bilingüismo en sus asignaturas, no planteen en los órganos didácticos del centro, o directamente ante la autoridad, ninguna gestión para defender aquello que tan bien funcionaba según sus memorias, cuando ellos eran los máximos responsables. Si Javier fuese coherente con lo que ha dicho, habría intentado negociar ante la autoridad un perfil bilingüe para la plaza que quede libre cuando se jubile Gonzalo, y ahora que él abandona, pediría como director para el próximo curso un profesor bilingüe de Ciencias Naturales que permitiese mantener a su asignatura dentro del PPLE. Sin embargo, ¿qué hace hoy Javier Barba? ¿Qué dice? Pues que Ciencias Naturales sale del PPLE.
Con el tiempo la historia deja a cada cual en el lugar que le corresponde. Esperemos acontecimientos.

domingo, 23 de junio de 2013

La úlltima clase

Carlos Rodríguez Mayo
Prima non datur et última dispensatur, decía un viejo proverbio en lengua latina para referirse en la universidad medieval a la clase con que daba comienzo el curso y a la que lo ponía fin. Su contenido se cumplía año tras año y sus efectos, pensaba, llegan hasta la actualidad. En efecto, hoy en día, lo normal es que las clases comiencen con una larga intervención del profesor, que pasa lista y se presenta a sí mismo y a la asignatura, cita los libros de texto y comenta lo que se espera de los alumnos. Por eso, la materia de ese día no entra en examen y es, desde el punto de vista de los chicos, un día que no cuenta.
La clase final, sin embargo, sí que se prepara. El profesor necesita comentar lo que ha sucedido, el nivel, el seguimiento, los acontecimientos relevantes y los resultados. Para los alumnos las necesidades son distintas. Ellos quieren saber las notas y volar. Una vez que se saben aprobados ya nada les preocupa y, sí pueden, desertan de las aulas. El viernes pasado, el último día del curso, tuve sólo dos clases. En una tuve cinco alumnos y en la otra, cuatro. Así que me tuve que guardar las conclusiones y no pude sondear sus puntos de vista acerca de lo sucedido.
Ahora pienso de nuevo en el viejo proverbio latino y decido que en adelante será mejor cambiarlo: "Prima non datur et ultima non recepitur". Y es que, en nuestros tiempos, los profesores ya no mandan o al menos no lo hacen de forma exclusiva. Ahora, en esta época de "huelgas", de  derechos y de libertad, la mayor parte de los alumnos son los sujetos de la falta, los protagonistas de la ausencia, mientras que los padres, que deberían controlar o impedir estos comportamientos, los asumen, los justifican o los toleran. Este es, si alguien no lo remedia en algún momento, el sentido de la dirección de los cambios hacia el futuro. 

La LOMCE y el sentido común

Miguel Martínez Renobales. Profesor de Lengua y Literatura del IES Augusto González de Linares
Hace unos días apareció en el Diario Montañés el artículo del profesor Miguel Ibáñez, director del Centro de Formación del Profesorado de Santander, titulado “Bondades de la Educación”, en el que, entre otras afirmaciones extremadamente provocadoras, que es mejor obviar porque ni favorecen el debate ni constituyen argumentos sobre nada, acredita el “sentido común” de la LOMCE con la idea de que habilita pruebas para detectar dificultades de aprendizaje en Primaria, como si nada se hubiera hecho en tal sentido hasta ahora, y también con que “en Secundaria se pueda escoger a una edad razonable entre dos vías, una orientada hacia la Formación Profesional y otra hacia el Bachillerato”, calificando de razonable un momento muy discutido en los países europeos desde hace muchos años. 
Una vez más, nos hallamos frente a uno de los pilares del argumentario (?) en defensa de la LOMCE: el “sentido común”. Y todos los que nos oponemos de un modo u otro a la ley no tenemos ningún crédito o somos objeto de peregrinas descalificaciones, por no reconocérselo, tal y como ella misma se atribuye en el preámbulo. Ahí es nada. La autoridad dotando de legalidad al “sentido común” (el suyo, por supuesto) para inhabilitar como espurias al resto de las iniciativas que no se le acomoden.
Justificar la multiplicación de reválidas con la pretensión de “mejorar el rendimiento” es un error porque así se desviarán más alumnos del camino del estudio; proponer la elección de itinerarios tempranos entre Bachillerato y Formación Profesional para reducir el abandono escolar es otra equivocación, porque, según afirman los propios interesados, lo que les mueve a dejar las aulas es el dinero fácil y no lo que encuentran en ellas; incorporar a los alumnos con dificultades en planes “de mejora” les adjudica automáticamente el calificativo de “peores”; hacer desaparecer de la escuela la formación en ciudadanía es privar a los estudiantes de un conocimiento necesario para su maduración;… Y suma y sigue. Fallos todos de “sentido común” y provocados por el mismo yerro: no escuchar. Sobre todo por eso, por no escuchar. 
En los asuntos de enseñanza y aprendizaje, el protagonismo debe adquirirlo el aprendiz, que es para quien se diseñan los planes, y no la autoridad, como parece traslucirse en la LOMCE. En la novela de la educación para todos, el que manda debe desempeñar su papel sin permitir que se lo usurpe nadie, por supuesto, pero mal vamos si se arroga la relevancia del primero y entramos en un nuevo desorden, porque no atiende, no escucha. En administrar este problema consiste el reto de la democracia y ningún lugar mejor que la escuela para encauzarlo con calma y sin complejos. 
En otras épocas y en otros países, los grandes cambios legislativos en educación han sido promovidos después de un prolongado debate en el que se han manejado resultados de evaluaciones diversas y no parece que haya funcionado mal el procedimiento. Aquí, nosotros, como tenemos prisa (?), cortamos y pegamos y, de paso, marramos el intento descalificando los treinta años anteriores. Sirvan como ejemplo, entre otras medidas, que en los últimos cursos de la E.S.O. se interviene haciendo desaparecer los planes de Diversificación, que son del año 2004, sin que tengamos noticia alguna de su evaluación, o incorporando un Curso de Acceso a Ciclos de Formación Profesional de Grado Medio, aparentemente innecesario, mientras ignoramos otro en el nivel superior, claramente demandado y reconocido por la Administración anterior. Y, en cuanto a las materias, que es lo que importa en la formación del profesorado, las didácticas de las asignaturas han aportado novedades en metodología y en evaluación que han removido el debate sobre los contenidos y proporcionado más fundamento al aprendizaje. Pero aquí también despotricamos sin matices y, en vez de seguir por ese camino, atajamos por la vía de los exámenes y el “sentido común”, cuando sabemos que el asunto no tiene nada de sencillo. Es verdad que el modelo de la evaluación necesitaba una revisión, pero como perdamos de vista el viejo objetivo de incorporar a todos al sistema educativo, me temo que lo que comenzó a abrirse paso hace unos treinta años y que, en gran medida, fue desarrollado en la escuela pública, acabe convertido en un itinerario de obstáculos donde queden arrinconados demasiados aprendices incapaces de superarlos.

viernes, 21 de junio de 2013

Alicia en el país de las maravillas

Carlos Rodríguez Mayo
En el país de las maravillas se hablaba griego y latín. En el país de las maravillas, que floreció en el renacimiento, la belleza, la verdad y la bondad eran ideales platónicos útiles que brotaban del rigor de la razón para intentar perseguir un recto equilibrio entre los contrarios. A veces, como le sucedió a Galileo, la belleza y la verdad se enfrentaban con los valores medievales obligatorios que emanaban de la fe. A veces, como aconsejaba el gran Erasmo de Rotterdam, el saber se enfrentaba con la triste realidad, cuajada de corrupciones. En el país de las maravillas, se usaba de una enseñanza humanística, que enseñaba a los alumnos a hacerse hombres a través de los textos de los antiguos, cultivando el respeto y la consideración hacia los viejos senadores que acumulaban el tesoro de la experiencia.
Hoy en día ese país es tan sólo un territorio de la imaginación, un impreciso gato de Cheshire que aparece y desaparece sobre las ramas de un árbol marchito… Hoy en día, Alicia no tiene sitio entre los profesores de nuestro centro y eso constituye una gran pérdida, porque nos habla de la magra dimensión de nuestro bachillerato y porque supone una derrota más de nuestro brillante pasado frente al mediocre e ideologizado presente.
Lo siento Alicia. Lo siento por ti, por el centro, por las humanidades y, también, por los alumnos.

domingo, 16 de junio de 2013

Excesos pedagogistas

Carlos Rodríguez Mayo
Un artículo, publicado la semana pasada en el Diario Montañés por Miguel Ibañez, ha provocado una reacción, que ha tomado la forma de un rumor insistente y monocorde que circula por las salas de profesores y por las cafeterías de nuestros centros. Aunque este rumor todavía no ha producido textos escritos, que yo sepa, su contenido tiende a cultivar la idea de que los que desempeñan cargos públicos, como Miguel en el CEP, deberían inhibirse en la crítica de las teorías pedagógicas al uso. Este vulgar cotilleo me resulta preocupante. La censura, el silencio impuesto, es todo lo contrario a lo que yo defiendo. Para mi, toda reflexión escrita es una bendición que nos permite saber, entender. Por eso y porque no puedo dejar de apoyar a los que discrepan y asumen planteamientos semejantes a los míos, no quiero pasar del tema y callarme. Miguel escribe, hablo de memoria, en contra de los excesos de la práctica constructivista. En eso, me parece, hay que darle alguna razón. Recuerdo, por ejemplo, a un cargo político que llegó a establecer “que las clases magistrales estaban prohibidas” y cómo se llegó a legislar la obligatoriedad del “constructivismo”, que es una teoría pedagógica y no una verdad oficial.
Para mi, lo peor de estos excesos se relacionaba con el descrédito de lo teórico, de lo científico, que la intromisión de la prioridad pedagógica introducía. La extensión de la metodología de la tormenta de ideas, por ejemplo, reservaba para el profesor el nivel de coordinador de un conocimiento intuitivo de la realidad que se suponía que tenía adquirido ya el alumno. El problema aparecía cuando el joven se sentía facultado para establecer una elucubración divergente a la del concepto impartido y porfiaba en su ocurrencia, despreciando los argumentos científicos que el adulto estaba obligado a comunicar. Otro problema era el de minimizar la importancia del conocimiento científico en el proceso de selección del profesorado y, en especial, en oposiciones, para primar de ese modo el criterio de la práctica didáctica. Así se privilegiaba a la experiencia frente a la competencia, cuando ambas se enfrentaban, así se prefería al interino iletrado frente al extraño opositor que sabía más y mejor del tema sobre el que se estaba juzgando.
A pesar de estos excesos, intentando matizar el contenido de lo escrito, no debería acabar sin decir que los CEP y sus metodologías activas han aportado lo mejor de todo el proceso de renovación de la enseñanza de los últimos treinta años. Sin embargo, pongamos las cosas en su sitio. Entre tantos cursillos inteligentes, entre tantas aportaciones válidas, se colaron muchos indocumentados, muchos falsos profetas que pretendían enseñarnos sin experiencia y sin sabiduría. Ha habido mucha propaganda, mucho trabajo sucio para intentar atacar la profesionalidad de nuestros compañeros más tradicionales. Muchas palabras huecas contra los apuntes y los subrayados en los libros. Nos hemos pasado de largo. Por eso yo no murmuro. Por eso yo dejo de lado el cotilleo y escribo, como ha hecho Miguel Ibañez, y lo hago aquí, para decir lo que pienso, con mi nombre y apellidos por delante.              

sábado, 8 de junio de 2013

Violencia en la Complutense

Carlos Rodríguez Mayo
Me cuentan que era el 22 de abril de 2013 y que en el Campus de Somosaguas corrían las cucarachas por el suelo después de la larga huelga de la limpieza. Una parte de los profesores y otra de los estudiantes se había solidarizado con los huelguistas o bien había cedido en su derecho para no tener que soportar el mal olor y la apariencia tercermundista de las facultades. En una de ellas, en Ciencias Políticas, M.I.C. realizaba un examen de Derecho Internacional a sus alumnos, cuando un piquete de alborotadores entró en su clase. El docente, al parecer, intentó convencer a los intrusos de que debería respetarse el derecho de los alumnos a acabar su examen sin interferencias externas, pero uno de ellos no se atuvo a razones. Dicen que, preso de la agitación del momento, el violento agarró a M.I.C. por el cuello y le propinó unas cuantas bárbaras patadas en unos segundos densos que ninguno de los presentes pudo evitar, a pesar de que, más tarde, denunciaran los hechos ante el decano.
Al día siguiente, la noticia aparecía en "La Razón", que contaba lo sucedido de forma escueta, sin dar detalles, en un artículo firmado por E. Sicilia... ¿Y después? Nada más, silencio... Al fin y al cabo, ¿qué importancia tiene para un país como éste un pequeño detalle violento? ¿Qué más da que se golpee a un profesor por cumplir con su deber? ¿Qué más da que se pisoteen los derechos de los alumnos a realizar un examen cuya fecha se ha acordado previamente para que sea la fecha de todos, después de haber sido aprobada como la más conveniente por la mayoría? ¿Por qué? ¿Hasta cuándo?