martes, 15 de octubre de 2013

¿Para cuándo el "mea culpa"?

Carlos Rodríguez Mayo
En el semanal del Diario Montañés del pasado domingo, Juan Manuel de Prada expresaba con claridad meridiana una idea que yo llevo intentando explicar ya varios años. La idea del novelista incluye una valoración más radicalmente negativa que la mía cuando califica a nuestro "falso bilingüismo" de "pandemonium grotesco", pero coincide conmigo en el diagnóstico y en el concepto, porque sabe que se trata de intentar una discutible o imperceptible mejora en el aprendizaje del inglés a costa del hundimiento de las materias que dejan de enseñarse en castellano. En un mundo como el nuestro en el que sólo se habla de lo que les interesa al PSOE y al PP, decir ésto denota valentía, aunque en realidad no supone un gran descubrimiento. En efecto, esta idea aparentemente novedosa es algo que las autoridades ya sabían. Estoy seguro de que cuando en 2011 Mario Bedera dijo "El bilingüismo no funciona", el Secretario de Educación del PSOE tenía información más que suficiente para lanzar semejante titular. Sin embargo, en vez de ser transparente e intentar desmontar el monstruo que su gobierno había puesto en marcha, prefirió callarse y maniobrar, sin asumir ningún tipo de responsabilidad en el entuerto. Lo mismo digo del Partido Popular y de la opinión al respecto de los nuevos responsables del Ministerio. También ellos lo saben, pero tampoco lo dicen porque prefieren utilizar la rentabilidad electoral de la palabra. Así, mientras ambos partidos ocultan sus vergüenzas, nuestro falso bilingüismo continúa su trayecto y sigue produciendo los indeseables efectos discriminatorios que he intentado precisar en anteriores artículos.
Hoy en día, cuando algunos directores, como Javier, abandonan el barco y dejan sin control (en 1º de la ESO no se ha respetado el límite de alumnos marcado) este inservible montaje a la deriva, resulta necesario pedir transparencia y solicitar una evaluación seria que compare los resultados de centros bilingües y no bilingües (tanto en inglés como en las asignaturas implicadas en el PPLE). Asi se podría demostrar que este falso bilingüismo no merece la pena. De este modo, se podría empezar a exterminar a este monstruo que tanto dinero gasta y tanto malestar produce.
Además haría falta otra importante condición: La del cambio de la posición política del PSOE y de los sindicatos. Nuestra izquierda, que no tiene inconveniente en aliarse con los nacionalistas en Baleares, no repite en la península lo que dice en las islas sobre la enseñanza del inglés por profesores de otras cosas. Al respecto diré que, aunque he leído en el blog de la Educación Pública de Camargo un artículo dirigido contra Javier, nuestro director, no he visto ningún movimiento que permita interpretar que se vaya a combatir al bilingüismo. Falta un mensaje claro de la ejecutiva del partido o una opinión crítica de alguna mente con prestigio en el País o en la cadena Ser. Nada de eso se ha producido todavía. Mientras tanto, como en Falange, prietas las filas. Aunque en la sala de profesores cada vez se oyen más comentarios negativos de la gente que ha visto crecer la hidra a su alrededor, el bilingüismo aún no es un mal. Al parecer, no ha llegado el momento, todavía, de utilizar la fuerza de la razón para interpretar la realidad y cambiar por fin el disco.

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