viernes, 18 de octubre de 2013

La huelga que viene

Carlos Rodríguez Mayo
Para protestar contra la reforma educativa, la subida de tasas de las matrículas universitarias y los "recortes" en becas, la Plataforma por la Enseñanza Pública propone una huelga de profesores, padres y alumnos el próximo día 24 de octubre. Con los mismos objetivos, el Sindicato de Estudiantes, que en agosto había convocado a su sector para los días 21,22 y 23, decidió mover las fechas para coincidir con la plataforma, de manera que, al final, promueve la protesta en los días que van del 22 al 24. (Se piden disculpas por el error en las fechas, ahora subsanado, que ha estado colgado los días 18,19 y 20 en este blog).
En un país serio, entretanto llega el día 22, habría asambleas, debates y discusiones, y se habría intentado diferenciar la movilización de los profesores de la de los alumnos, por cuanto que resulta tan absurdo hacerlas coincidir como declarar una huelga de transporte en el centro de Canadá en pleno mes de enero, cuando todas la carreteras y vías férreas están cerradas por la nieve. En España, sin embargo, no habrá nada parecido a una franca reflexión acerca de lo que sucede, porque para los alumnos el motivo de la huelga es lo de menos. Lo sabemos por experiencia, los muchachos no vendrán al instituto. En la práctica, la presunta "huelga" funciona como la típica semana de novillos del Sindicato de Estudiantes y a casi nadie le importan sus razones. La huelga es algo que se da por hecho en cuanto aparece publicada en el periódico. Si hay convocatoria, nunca hay clase, y más si la interpretación que hace el director de la ley reguladora impide hacer exámenes, aconseja no avanzar materia y garantiza que no se comunicarán las faltas ni se sancionará la inasistencia. Por lo tanto, si está cantado que del 22 al 24 no habrá clase, la convocatoria triunfará sin necesidad de que toda la marea verde de profesores se ponga también en huelga. Se potenciará de este modo una forma peculiar de apoyar la movilización. Es el caso de los que asisten al colegio o instituto por la mañana y después, por la tarde, acuden a la manifestación. Sin mayores problemas que los normales en los números del banco, siempre resulta agradable volver a ver a los antiguos compañeros y cambiar impresiones acerca de los efectos de la crisis.

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