domingo, 31 de julio de 2011

La nueva Ley de Educación

Carlos Rodríguez Mayo
Legislar en verano, cuando el monstruo está dormido. He aquí una mala costumbre que en materia educativa suele ser síntoma de normas poco consensuadas que luego, durante el curso, son muy contestadas. Se acordarán ustedes de que el gobierno socialista inventó una Ley de Economía Sostenible en la que se colaba una nueva Ley de Educación de forma rocambolesca (porque las leyes de educación son orgánicas y esta no lo era, y porque no había el necesario y cacareado consenso que siempre se dijo que debería inspirarlas), pues bien, la nueva ley de economía SOS-temible, (la que ya había confirmado los tres nuevos itinerarios en 4º de la ESO, con los que se enterraba el mito de la enseñanza "comprensiva" -igual para todos- de la LOGSE), ha estallado de nuevo en el último Consejo de Ministros: ¿Qué novedades contiene y qué pienso al respecto? A partir de los artículos leídos, lo más nuevo y trascendente es lo que sigue:
1º- Certificado de escolaridad para los alumnos que acaben la ESO y no se titulen. Hasta ahí ningún problema. ¿Entonces no lo hay? Sí que lo hay. El certificado de escolaridad se refiere a las “competencias” adquiridas y no a las asignaturas aprobadas. Esta palabra vidriosa, “competencia”, es el gran problema, porque no se evalúa por competencias sino por asignaturas. Por lo tanto, a mi modo de ver, con la palabrita en cuestión se introduce una bomba de relojería dentro del sistema.
2º-Adelanto de un año para poder derivar a alumnos a los PCPI (15 años). Medida muy positiva, aunque los sindicatos se han lamentado de que no se haya adelantado a los 14 años, con lo que el problema de “los desertores” se reduciría también en el primer ciclo (que con esta edad sigue quedando muy desprotegido). Además la titulación en la ESO que se les facilita, si aprueban el módulo voluntario, después de realizar un curriculum simplificado, resulta, a mi parecer, injusta.
3º- Mayor capilaridad del sistema. Se pemite el acceso a módulos de grado medio sin el título de la ESO y a los módulos de grado superior sin el título de bachillerato, con lo que se rompe con el argumento de mayor peso para defender el prestigio de la enseñanza profesional. Además se violenta frecuentemente el principio constitucional de mérito y capacidad. Por ejemplo: A los alumnos con título de FP de grado medio que quieran alcanzar el título de bachillerato se les darán por aprobadas las asignaturas específicas y optativas, es decir estos alumnos podrán aprobar el bachillerato sin estudiar latín y griego, arte y geografía, en letras, y sin estudiar matemáticas o física y química, en ciencias. Me parece sencillamente injusto.
4º- Se titula en FP a trabajadores cualificados a través de un sistema de acreditación indirecto.
5º- Se reserva de un 20% a un 30% de las plazas en los Módulos de Grado Medio con mas demanda que oferta a los alumnos que cursaron PCPI. Una reserva de una proporción semejante se produce para los que cursaron módulos de grado medio en los de grado superior. Me parece muy injusto. ¿Por qué hay que reservar plazas para los alumnos que NO HAN QUERIDO cursar el curriculum común de la enseñanza obligatoria? ¿Por qué facilitar la salida a quien elige el atajo? ¿No se dan cuenta que si construyen sobre él una carretera, el atajo acaba por convertirse en el camino más transitado? Con esta norma, ¿se pretende incentivar el esfuerzo?
A mi modo de ver, la ley padece de varias obsesiones como la de potenciar la FP o la de aumentar los resquicios del sistema para permitir a los alumnos con problemas concluir sus estudios con éxito. Nada se tendría que objetar, si con lo legislado no resultaran favorecidos los comportamientos negativos de los alumnos a los que se pretende proteger. Y es que con toda esta parafernalia de puertas falsas se favorece y se da la razón a los desertores, a aquellos que no quieren esforzarse. El mensaje está claro. La puerta nunca se cierra, ni siquiera se entorna o se estrecha para mostrar el camino. La puerta, se haga lo que se haga, va a seguir abierta...
Que la ley proteja a los alumnos con problemas "involuntarios" de aprendizaje es algo en lo que casi todos estaríamos de acuerdo. Pero la sociedad y el Ministerio de Educación debería diferenciar a estos con respecto a los que desafían el sistema. Contra estos últimos debería haber algo más que las broncas de los profesores. Los chicos a estas edades todavía no son malos, todavía obedecen a la presión de la norma, aún se les puede conducir hacia el esfuerzo si hay una realidad normativa y disciplinaria que respalde a las palabras. La norma no se puede flexibilizar indefinidamente para adaptarse a una realidad que se degrada, la norma, también, puede actuar sobre la realidad para impedir su degradación y comenzar la mejora. Gabilondo confesó en la última rueda de prensa que él está entre los que se adaptan. Que no se puede condenar a ese elevado porcentaje de alumnos que abandonan la ESO sin título. "Con esta ley se podrá llegar a la Universidad sin haber aprobado la ESO", dijo. Con esta ley, también, ahora, los profesores y los alumnos nos preguntamos: ¿Para qué intentar aprobar la ESO? ¿Merece la pena esforzarse?

1 comentario:

  1. Los partidos políticos miden el éxito de sus leyes y programas educativos en función del porcentaje de aprobados y en la reducción que consiguen del fracaso escolar. De esta forma, si garantizas a todos los aprobados y pones las “medidas” necesarias para “suprimir” el fracaso escolar, las leyes y los programas educativos son un “éxito” que puedes vender al gran público.

    Ya no importa el esfuerzo, lo que importan son los resultados -aún manipulados y/o edulcorados- que se puedan presentar como ejemplo de la solvencia de un determinado gobierno. El lema parece: “Que pasen todos, que el sistema NO depurará a los individuos que pasen por él”. Lógicamente, los alumnos menos estudiosos estarán encantados.

    "El esfuerzo ha muerto."

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