jueves, 28 de febrero de 2013

Un mensaje firmado para un profesor anónimo

Carlos Rodríguez Mayo
El anonimato es el comportamiento de los que tiran la piedra y luego esconden la mano. En algunas ocasiones el anonimato se adopta porque se sabe que la acción es delictiva, en otras porque no se quiere asumir la responsabilidad de lo que se hace. Viene esto a cuento por la "ocurrencia jocosa" de añadir los nombres de unos políticos significativos en la derecha de este país, en la lista de los que se sumaban a una comida a la que se invitaba a todos los profesores.
Yo, que me había comprometido a asistir, me he sentido concernido por las consecuencias que se deducen de la acción del anónimo comunicante y quiero ejercer mi derecho a la queja por la bajeza moral que supone semejante comportamiento. Me importa poco saber quién ha sido, pero quiero que sepa su autor que los que hemos acudido a la comida no nos sentimos vinculados por sus groseras apreciaciones. Que sepa también que su actitud es irrespetuosa y antidemocrática, porque democracia es sobre todo responsabilidad, y que, aunque me gustaría saber qué extraños motivos pueden mover a un persona formada, a un profesor de instituto, a protagonizar un papelón tan inconveniente, prefiero que no vuelva a dirigirme la palabra. Aire...          

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