viernes, 11 de noviembre de 2011

Sobre la duración de los exámenes

Elia Fernández Noriega
Ya se acerca la primera evaluación y con ello el estrés de la época de exámenes. Al respecto me planteo una preocupación que comparto con una parte importante de mis compañeros: Se trata de la escasa acomodación entre el tiempo destinado por algunos profesores al examen y el tiempo que resulta realmente necesario para que el alumno pueda realizarlo correctamente. Sucede frecuentemente que, cuando suena el timbre, aún no hemos acabado ni yo ni la mayor parte de mis compañeros, de manera que no suele servir de nada estudiarte un tema, dos o los que sean, porque por culpa del tiempo no puedes casi nunca terminarlo. Así que creo yo que sería importante que los profesores calcularan mejor la duración de sus exámenes para que nos diera tiempo a los alumnos a acabarlos o que se permitiera su prolongación en un recreo o coger un poquito más de tiempo de la clase siguiente.

1 comentario:

  1. Elia, normalmente, salvo error, el profesor concede a cada ejercicio el tiempo que se necesita. Para el alumno, el tiempo siempre resulta escaso, y a veces, la falta de tiempo se utiliza para justificar el fracaso. Eso lo sabemos todos por experiencia.
    Sin embargo, a veces a los profesores se nos va la mano, sobre todo si buscamos dejar poco tiempo al alumno, preguntar muchas cosas y no facilitar el copieteo. Por eso lo que tú dices suele suceder y sucede, no cabe duda.
    Con las disculpas anticipadas que resultan de saber que yo puedo pecar de lo que tú nos acusas, te diré para llevarte la contraria que el tiempo no debe de justificarte, porque el problema del tiempo, es un problema añadido, pero no algo que invalide el ejercicio.
    En Historia, en Arte, en Geografía, en Filosofía o en Literatura, por ejemplo, no existe un límite a la capacidad de profundizar en un tema, de manera que una pregunta se puede contestar en dos minutos o en dos meses. Con esto quiero decir que el tiempo es un factor limitativo con el que tienes que contar de antemano, de manera que tienes que aprender a decir lo que más importe y callar lo secundario, es decir, pensar un poco, ir al grano y no salirse por la tangente o subirse por las ramas, y distinguir lo importante de lo accesorio. Si no aprendes a hacer eso, tienes un problema, porque en 2º de bachillerato se hace una prueba de madurez en la que justamente se pretende de tí que des a entender que sabes, no que lo cuentes todo. Eso es inteligencia, madurez, de manera que vete practicando. Sé que lo harás muy bien.

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