martes, 21 de diciembre de 2010

Responsabilidades del profesor

Carlos Rodríguez Mayo
El conflicto entre el alumno musulmán y el profesor de Geografía de la Línea de la Concepción en torno a la presunta ofensa a la dignidad de los que profesan esa fe religiosa por la utilización del ejemplo del jamón de Trévelez (de las Alpujarras), en una clase de climatología, ilustra la tendencia de algunos alumnos a invadir el espacio del profesor, matizando sus frases, solicitando o exigiendo otras metodologías o discutiendo lo que es una verdad científica perfectamente verificable.
En tercero de la ESO, por ejemplo, era común que mis alumnos me corrigieran, cuando explicaba que al grupo de población comprendido entre 40 y 60 años se le denominaba adulto-viejo.
-Se dice anciano- me decían, y yo aprovechaba para explicarles lo que es un eufemismo.
Lo mismo sucedía cuando hablaba de La Coruña o de Lérida y Gerona. Entonces, los mismos alumnos me indicaban que se decía: A Coruña, Lleida y Girona, y yo les contestaba que lo mismo que no se dice Fiorence por Florencia o London por Londres, si se habla en castellano, hay que decir: La Coruña, Lérida o Gerona.
Lo mismo pasa con los métodos: Cuántas veces se califica negativamente a los profesores por sus clases excesivamente teóricas, pero en qué pocas ocasiones se dice que el empleo de clases prácticas sólo sería posible a cambio de reducir el programa de forma radical.
Lo peor, no obstante, es cuando se discuten las verdades científicas, como dando a entender que en el campo de la Geografía y la Historia todo es discutible. Muchas veces no se entiende que la ciencia busca la verdad y que lo que se enseña se verifica en un amplísimo repertorio de fuentes que no es posible reproducir en el aula. En la Historia no siempre sucede lo que resulta de la lógica ideológica del alumno. El orden y el sentido del aprendizaje son el trabajo del profesor. Por eso, de la misma manera que el diagnóstico de la enfermedad corresponde siempre al médico, corresponde al profesor la planificación de las actividades didácticas, el establecimiento de las reglas del juego de cada clase y un cierto nivel de credibilidad que es consecuencia de su formación, de su edad y de la gran importancia de la función que desempeña... Y todo ello a pesar de que, por desgracia, el que tiene boca se equivoca.

1 comentario:

  1. Ríete un poco Carlos, al niño le ofende oir en clase "jamón"... Atento al video, fijate cuando hable su madre en el salón de su casa... en el lado derecho... Dejo que lo veas tu mismo.

    http://www.youtube.com/watch?v=t_ktx0yrXfA&feature=related

    Un saludo

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