viernes, 28 de octubre de 2011

Sentencia para un acoso

Adriana Blanco Casar
Hace unos años, dos alumnos menores de edad que estudiaban en nuestro centro, tuvieron un conflicto con una alumna. Cuando se la encontraron fuera del instituto, la agredieron, insultaron y tiraron del bolso. Ella, muerta de miedo, se dirigió a su casa llorando. Cuando llegó se lo contó a sus padres y fueron a denunciarlo. Hace una semana salió la sentencia en la que se condenaba a los padres de estos alumnos a pagar a la niña agredida la cantidad de casi 6.000 euros. Con esta sentencia los condenados son los padres de los alumnos, lo cual me parece muy correcto por ser ellos los responsables directos de éstos, pero considero que también se podría haber condenado a estos alumnos, por ejemplo, obligándoles a  realizar algún servicio a la comunidad.

1 comentario:

  1. Tocas aquí, Adriana, un tema muy vidrioso. El de los derechos y libertades y el de las garantías que el estado de derecho concede a sus ciudadanos. Es muy interesante y educativo para gente de vuestra edad, el pensar que estáis en el límite entre la responsabilidad penal y política de la mayoría de edad. Aunque todos, estoy seguro, os sentís responsables de vuestros actos a vuestra edad, la sociedad establece el límite, que es discutible siempre, pero que en algún lugar hay que ponerlo, de los 18 años para exigíroslo de hecho. Se supone que entonces ya todos habéis terminado el largo proceso de maduración de la adolescencia.
    Pero si un joven no es responsable, quién lo es, quién paga el pato si delinque. La sentencia lo dice. Son los padres los responsables o los profesores, mientras estáis aquí, en el instituto. ¿Entiendes ahora por qué "algunos" tienen problemas para salir del centro?
    Otra cosa es lo que tú planteas, y yo te doy la razón. Algo habría que hacer con los chicos,para que aprendan, aunque en vez de condena yo lo llamaría castigo. En este caso el castigo les corresponde ponerlo a los padres, que son los que tienen la OBLIGACIÓN de controlaros y de poner un límite a vuestras tempranas ansias de libertad. El castigo es necesario para que los jóvenes aprendáis donde está el límite. Por eso los padres merecen respeto y tienen autoridad sobre vosotros. Ójalá aquí, en el centro, tuviéramos también una parte de esa autoridad. Sin ella hay cosas que no se pueden enseñar y eso es terrible para un centro educativo.

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