martes, 29 de mayo de 2012

Malos modos

Carlos Rodríguez Mayo
Tendríamos que sentirnos satisfechos de que en los últimos años los términos groseros o soeces y los calificativos insultantes se hayan reducido de forma ostensible en la relación entre alumnos y profesores. Ésto dice mucho a favor de la elevación del nivel de educación de las familias de nuestros alumnos y a favor de la calidad de la enseñanza. Sin embargo, estos mismos malos modos, que mejoran entre los chicos, parecen empeorar en las relaciones internas entre los profesores. Las tensiones personales y políticas son múltiples entre ellos, pero éstas no justifican la agresión verbal ni las subidas de tono y de decibelios. 
A cualquiera se nos puede escapar una mala expresión o una salida de tono circunstancial, un calentón a destiempo, pero también por nuestra especial responsabilidad, resulta exigible de nosotros un comportamiento formalmente irreprochable, de manera que debería de ser norma común de nuestro código deontológico la obligación de pedir disculpas en el ámbito en donde el protagonista se ha excedido en el uso del idioma, para que las personas y sensibilidades que han podido sentirse ofendidas por los términos inapropiados recuperen su honor herido y para que el agresor tenga la oportunidad de reconocer su falta y reciba la sanción del conjunto de sus compañeros. 

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