lunes, 2 de mayo de 2011

La lengua de Dios

Carlos Rodríguez Mayo
Si Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, resulta lógico pensar que el idioma que habló Adán sería el mismo que el del Verbo. Muchos fueron los judíos que persiguieron acercarse a las fuentes de la palabra a través del análisis del Génesis y otros libros de la Biblia o a través del sometimiento de las letras del alfabeto a repeticiones de índole matemática, pero, la verdad, ninguno de ellos llegó tan lejos como el sefardí Iván Aví.
Para éste, la lengua original, ese idioma perfecto por divino y primigenio, fue el castellano. En efecto, según su punto de vista, expresado en 1661 en su obra: “Oro”, si la creación se hizo de la nada y por oposición de contrarios, como resultado de un equilibrio especular entre el ser y el no ser, entre el más y el menos, entre el vicio y la virtud, este primer idioma debió de tomar forma a base de palíndromos. Aví se enfrentó con los judíos de Londres, que defendían, con fundamentos teóricos parecidos a los suyos, que una mixtificación de inglés y francés habría sido el vehículo de las primeras palabras de Adán, pronunciadas al encontrarse con Eva en el paraíso. Frente al caballeroso galo-anglo-sajón: “Madam: I'm Adam”, él explicó que, mucho antes, en el mágico momento en que Dios Padre infundía vida al primer hombre, aquel ser nuevo y hablante, en el uso del divino idioma, debió de tomar la palabra y dijo: "Yo soy Adán, nada yo soy".

2 comentarios:

  1. Me ha encantando este cabalístico y borgeano relato aderezado con juegos de palabras.

    Me gustaría que me permitiera reproducirlo en mi blog.

    Un saludo.

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  2. Naturalmente, con muchísimo gusto. Gracias.

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