jueves, 13 de enero de 2011

Mantener alta la bandera de la Historia de España

Carlos Rodríguez Mayo
En el año 2008, los profesores de historia realizamos una huelga cuyo objetivo era evitar la tropelía de reducir en una hora el horario semanal de la Historia de España de 2º de Bachillerato. Las demandas de los profesores no fueron atendidas por la Consejera Socialista y, en consecuencia, desde entonces, la Historia de España se imparte en sólo tres horas semanales, mientras en Castilla León, en Asturias o en Galicia se siguen utilizando cuatro horas.
Cuando esto sucedió, hace dos años y medio, el Partido Popular, Izquierda Unida y todos los sindicatos, salvo CCOO (que hizo el doble juego de declarar que nos apoyaba y luego votar en contra) nos dieron su apoyo y se enfrentaron publicamente contra el PSOE. Hoy la cosa debe de ser diferente. Hay que tener en cuenta que el asunto no es ya un proyecto, sino que es ya un hecho consumado, y que cambiar ahora supone hacer encaje de bolillos, porque supone empujar a otras asignaturas que ya han ocupado la hora abandonada y hacer que alguna pague el pato del gran error cometido. Sin embargo, los profesores de Historia y la parte de la sociedad más consciente deberían mantener firme la bandera de la Historia de España.
- Que ¿por qué mantener esta bandera? Intentaré contestar sucintamente.
La Historia de España no es una asignatura más. Su importancia queda reconocida por ser una de las pocas comunes que se estudian en los tres bachilleratos. Pero ¿porqué es tan importante? Porque es la que mejor prepara a los alumnos desde el punto de vista ideológico, como ciudadanos de este país, porque es la única que contribuye a la unidad del estado y la que más favorece la profundización democrática, porque, en la franja de edad en la que se situa, es la que se encarga de establecer la integración sintética de los fenómenos económicos, sociales, políticos y culturales, que tan necesarios son para entender correctamente la realidad, y porque tiene la exclusividad en la reflexión sobre el peso enorme que en las decisones tienen las herencias del pasado. Sin esta asignatura es imposible para un joven concebir la importancia de la sangre y la red de conexiones que nos une con nuestros padres y abuelos. No saber lo que es España ni entender correctamente nuestro proceso histórico tiene consecuencias nefastas para identificar los problemas herededados y valorar nuestras virtudes y defectos. En un país como el nuestro, acomplejado por los nacionalismos periféricos, no entender lo que es España es dejar la puerta abierta a la ruina del estado. Una Historia de España desnatada no sólo es una gran mentira, es también una tragedia educativa. 
Por lo tanto, devolvamos a la Historia lo que es suyo. Exijamos a los partidos que se planteen la cuestión y dejemos que nuestro voto se oriente hacia los que se comprometan a devolver su tiempo y su nivel a la asignatura que explica la verdad sobre el origen y el desarrollo de la única nación que es reconocida por nuestra constitución: la nación española.

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