jueves, 15 de diciembre de 2011

Lo que veo en los recreos

Carlos Rodríguez Mayo
Además de contemplar el espectáculo diario de estos jóvenes que luchan por ganar, mi asistencia diaria a los partidos me permite descubrir comportamientos negativos que tengo que criticar, también, aquí.
El primero es el de la limpieza. Cuando los chicos se retiran, el campo de juego parece un muladar con bolsas de plástico, gurruños de papel albal, latas de Coca-cola, etc. Es lamentable que unos pocos hagan sufrir a la mayoría este descuido elemental. Claro que, en sentido contrario, resulta necesario destacar que también esta zona del patio requiere del servicio de unas papeleras.
El segundo defecto percibido tiene que ver con la falta de respeto por las personas, por el trato despectivo hacia los compañeros, por el talante chulesco del que abusa del débil o se ríe sin piedad del que considera inferior o más joven. No voy a referirme a los casos concretos que inspiran esta apreciación, pero creo no equivocarme al señalar que esta crueldad innecesaria e injustificable deja en mal lugar al centro educativo en el que se encuadra y a los jóvenes que protagonizan esta manera de ser y de comportarse.
Además hay que señalar que los problemas relacionados con la inmediatez de la ría y del centro educativo de al lado, exigirían una inversión urgente para poner unas vallas más altas, detrás de las porterías, que aislasen mejor el campo y evitasen la pérdida frecuente de los balones que salen por encima de las vallas actuales.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo con lo que dices en este artículo Carlos, ya que es un horror ver como queda el patio cuando se vacia después de cada partido. Además debo añadir, que la falta de respeto ya es algo común entre los jóvenes y parece ser que no se dan cuenta del daño que hacen tanto a los perjudicados, como a ellos mismos.

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