jueves, 3 de febrero de 2011

Sí, un poquito más sobre el bilingüismo: “Camarero, ¡hay también bilingüismo en mi sopa!”

David Loyo Pérez
Estimado Carlos:
Yo también utilizaré el tuteo. Si antes empleé un tratamiento más serio, usando “usted”, no fue con otra intención más que la de dar un tono más solemne al escrito. Agradezco por mi parte tu elaborada respuesta a la entrada que hice, y estoy encantado de responderte, ofreciéndote mi visión, a cada uno de los puntos que tocas en tu texto, pero, personalmente, no quiero dedicarle a este tema del bilingüismo más tiempo del que creo que merece una vez tratado ya hasta la saciedad, porque ambos conocemos las posiciones respectivas del otro y porque llegar a un consenso entre estas visiones enfrentadas parece difícil. Procedo, pues, a contestar a los puntos que señalas.
1º) Encontrar una opinión de la realidad que no sea interesada -al menos hasta cierto punto- me parece tan difícil como que un camello pase por el ojo de una aguja. Y cuando digo interesada, no me refiero necesariamente a una búsqueda del beneficio propio, personal, porque el interés también puede darse en la búsqueda de lo que se considera un bien colectivo o para una institución. Interesado no es necesariamente algo malo, sino que se responde a un interés (el que sea), y reconoce conmigo que considerarse objetivo no implica necesariamente serlo.
La asociación de mi trabajo con el bilingüismo ha sido, al menos de momento, temporal, pues éste es el primer curso en que imparto en bilingüe, pero creo saber reconocer si una cosa merece la pena cuando estoy metido en ella. Y te respondo también que, como interino, si llegado el caso suprimiesen la plaza que ocupo en este centro y no pudiera escogerlo, no tendría ningún problema en incorporarme a otro instituto y seguir allí -como lo he hecho durante casi 7 años- en la enseñanza no bilingüe. Y tampoco pienses que se me caerían los anillos si, llegado el caso, tuviese que trabajar en otro ámbito profesional, porque uno de mis lemas es “hoy estoy aquí; mañana, Dios dirá”. Considera por tanto mi interés personal en la existencia de la plaza que ocupo como el que es: relativo. Y, por cierto, no pienses que tengo ninguna pretensión de maquillar la verdad, pues mi capacidad para decidir sobre el bilingüismo en un centro, sobre si se queda o desaparece, es nula y, si he entrado en el tema en este blog, ha sido sólo por ofrecer mi particular forma de verlo, que, simplemente, es diferente de la tuya. Si tú te propones ser defensor de una Verdad Objetiva, yo te pregunto ahora a ti: ¿qué es la Verdad Objetiva? Preferiría hablar aquí de verdades relativas.
2º) Contra lo que dices, la existencia de una oferta no obligatoria bilingüe no supone cargarse ningún principio de optatividad, sino, al contrario, aumentarla. Y el ámbito de decisión que yo considero es el real: el bilingüismo existe y, si la administración, lo ha autorizado en el centro, por algo será. No pretendo aquí defender a nadie; distinto es que mi postura concuerde con la que defienden algunos otros ámbitos, cuya actuación a ti no te gusta.
3º) Si digo que la descompensación entre bilingüe y no bilingüe puede ser mínima, créame que lo digo con conocimiento de causa; pero incluso dándose esa mínima descompensación, creo que los alumnos, no perdiendo lo sustancial de Geografía, ganan por otro lado en conocimiento de una lengua extranjera. La repuesta a por qué los programas de televisión no son en inglés lleva trampa incluida, porque no pienso que se trate de que todos los programas sean en inglés (lo que sería una imposición al telespectador), sino, en todo, caso de ofrecer, para los que lo quieran, los mismos contenidos de los programas en español pero también inglés.
4º) Sobre las reducciones horarias, ya dije que éstas obedecerían a una necesidad de elaborar materiales o preparar las clases en idioma extranjero –los apuntes que yo les doy a mis alumnos están en inglés y ajustarlos a los contenidos establecidos para 3º lleva su tiempo, porque no hay libro de Geografía para este curso en inglés-. No estoy en condiciones, ya que no imparto esa clase, de saber qué tienen o qué no tienen que preparar los profesores de idioma extranjero, e igualmente desconozco el tiempo que invierten éstos acudiendo a ponencias, reuniones o charlas sobre bilingüismo –que también pueden ser algunas-, pero tienes la posibilidad de preguntárselo directamente a ellos.
De la jerarquización en cuerpos a propósito de la reducción horaria podríamos hablar en otra entrada –como bien dices-, pero ya te adelanto que, si la hay por antigüedad, también la hay por grado de formación (en este caso conocimiento de leguas), y esto marca una separación entre los que están acreditados para dar inglés (su tiempo les habrá llevado) y los que no están acreditados para ello (que por esa carencia no están cualificados para dar clase en una lengua extranjera).
5º) No me considero ningún profeta, simplemente soy un observador, eso sí, que ha viajado un poco por Europa y por el mundo, y ha visto la importancia del inglés. Saber cuál es la capital de Surinam está muy bien, pero intenta moverte por Europa con la capital de Surinam y sin saber inglés y después me cuentas qué tal te ha ido. Alemania podría ser un buen país donde empezar a probar a desenvolverse con la capital de Surinam.
El bilingüismo en inglés (que implica aprender inglés tanto como sea posible) no es el futuro, no; el futuro serán entonces el bable y la jerga que se habla en Puertochico.
Por cierto, y hablando de intereses, un bilingüismo serio -como el que propones- supondría aumentar el número de profesores cualificados bilingües para la docencia en inglés en los centros y también extender la enseñanza en inglés a los grupos del nivel del Bachillerato… ¿Y a quiénes no les gustaría que eso se produjera?
Y respecto a las pruebas de evaluación de centro y sus resultados, ya hablé de todo ello en un comentario a una de tus entradas, así que no me voy a repetir aquí.
6ª) De la desobediencia civil –tema que gustaría a Gandhi-, si quieres, ya hablaremos.
7º) Te diré que en un debate serio sucede algo bastante curioso y es que cada una de las partes que intervienen suele creer que sus argumentos son convincentes, y me resultaría pretencioso aseverar que sólo mis opiniones son las buenas, las lógicas, las objetivas y los únicas bien argumentadas, mientras que las del restos son simples paridas que se les han ido ocurriendo sobre la marcha o en pleno delirio etílico. La forma de concebir un debate que tengo es la de dejar que los representantes de las partes ·enfrentadas” expongan sus ideas con libertad y sin faltar el respeto a los otros, pero considero que ante posiciones muy enfrentadas, antagónicas, donde cada uno cree tener la verdad en su puño, el encuentro es imposible y los que debatieron abandonan el debate tal como llegaron, con sus mismas o parecidas ideas y después de un largo diálogo entre partes condenadas, por principio, a no entenderse. O sea: un diálogo de besugos.
¡Un abrazo!
Fdo: David La Sibila de Cumas: hoy profesor bilingüe; mañana, Dios dirá.

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