lunes, 7 de febrero de 2011

Some final words on bilingualism

David Loyo Pérez
Veo que, pese a mis primeras intenciones de darle una tregua al tema, reclamas mi participación de nuevo para que te siga dando cobita.
Creí que mis argumentos ya le resultarían claros al lector después de mis tres entradas, y es que entendía que los había expuesto de manera transparente ya desde mi primera intervención.
Mi objetivo no ha sido nunca entablar ningún combate de boxeo, sino sólo manifestar mi punto de vista sobre el tema del bilingüismo, y repito que no pretendo insistir en él (de hecho, no tenía intención de continuar más con el asunto).
Un argumento del contrario lo puedo aceptar si estoy de acuerdo con él, pero sucede que en este caso no estoy de acuerdo con muchos puntos de tu exposición ni con el razonamiento que aplicas en algunos casos, pues incluso los puntos de consenso que pretendes establecer se basan muchas veces en las mismas afirmaciones que defendiste como punto de partida de tu exposición y con las que yo no estaba de acuerdo. Es, por ejemplo, como si digo, tras un debate político contigo, que al menos estamos de acuerdo en algo, y que ese algo es, precisamente, lo que pensaba yo al principio. Pero por sintetizar tomaré tus puntos y te ofreceré mi visión de ellos y mis posibles puntos de consenso contigo:
1º) Con el bilingüismo se puede aprender más inglés y no tiene por qué aprenderse menos de todo lo demás. Lo que se aprenda (o no) de uno u otro dependerá, como siempre, de cómo proceda el profesor en clase, sea o no bilingüe la materia que imparta.
2º) El bilingüismo forma parte del futuro educativo y hay un demanda social de ello. Con esto estoy de acuerdo. Y prueba de lo que digo es que me acaban de confirmar hace pocos días que otro instituto, el IES Pereda de Santander, piensa convertirse en instituto bilingüe de inglés, e incluso se pensó en convertirlo también en bilingüe de francés.
3º) Si el bilingüismo supone alguna discriminación entre el profesorado, ésta no es más que por razón de mérito (se saben lenguas o no se saben), y en este sentido sería similar a la discriminación por antigüedad que tú sí defiendes, en el sentido de una reducción horaria o de un reparto de asignaturas. Si el bilingüismo en inglés discrimina a algunos profesores, éstos serán los que no saben inglés, los que no están cualificados para darlo. Así que nada, si no quieren que les coma el futuro, habrá que ponerse al día y aprender inglés. Es una cuestión de reciclarse o morir, porque ya no estamos en el siglo XIX, y, como dije, existen otras discriminaciones en los centros que no son producto del bilingüismo, desde horarios a reparto de asignaturas, y convendría también que nos fijásemos en ellas.
4º) El bilingüismo tendrá -como todo- defectos, pero la solución aquí pasará por corregirlos con el tiempo, no por decir que el bilingüismo es incompatible con la Historia (en realidad, lo que se imparte en bilingüe en el instituto y que corresponde al Departamento de Ciencias Sociales, es la Geografía de 3º de la ESO, no la Historia) y tratar de suprimirlo.
Espero que con todo lo que he escrito cumpla con la labor de síntesis que me solicitabas, y que ahora, tal como demandaba Descartes para dar por buena una proposición, todo se te presente “claro” y “distinto”.
Pero bueno, ya sabes que, aunque en desacuerdo en nuestra forma de entender el bilingüismo, estos enfrentamientos dialécticos no pasan del mero ámbito de la argumentación escrita (o hablada).
Yo te recomendaría, como ya te he dicho en más de una ocasión, que focalizases más tu atención en lo positivo que tiene el instituto en que estás, y que dejases fluir más las cosas, no poniendo en primer lugar -aunque los pueda haber y deban tratarse- los problemas y lo negativo.
Yo, particularmente, estoy con todos vosotros en el centro viviendo un gran año, alegre y feliz, y el tema del bilingüismo no me va a amargar mi estancia allí. Y es que, como te digo, hay que saber también valorar lo que uno tiene, por encima de algunos desencuentros, y lo cierto es que no hay nada como levantarse por las mañanas para ir a trabajar y saber que donde vas estarás a gusto. ¡Y eso no tiene precio!
¡Un abrazo!

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